jueves, 31 de julio de 2014

¡LLORAD, SÍ, LLORAD!

Son muchos los que lloran, los que se sienten solos, olvidados, desprotegidos. Son muchos los que se sienten ninguneados y despreciados. Muchos son quienes se sienten amenazados, y son torturados en lugares sórdidos ante el desconocimiento de la gran mayoría.
A las víctimas inocentes de Palestina y a todos quienes sufrís la violencia y el olvido de vuestros hermanos los hombres, os digo ¡llorad!, si llorad con fuerza. Pues la mano de Dios se posa sobre cada uno de vosotros por escondido que esté vuestro sufrimiento, ¡llorad!
Las manos del buen Padre Dios os abraza en lo más interno de vuestro sufrimiento. Jesús padece con cada una de vuestras lágrimas derramadas. Pues Él pasó por vuestro calvario. Llorad sin temor, con la certeza que Dios abraza ya vuestra existencia amenazada. 
No estáis solos, los hombres podemos mirar a otro lado, guiarnos por otros intereses, pero el buen Padre Dios, ¡no!, Él consolará cada lagrima derramada, Él está inequívocamente de vuestro lado y susurrando en tu interior: "No temas, yo estoy contigo".
Llorad, sí, llorad, pues el consuela vuestros corazones, apacigua vuestros miedos y alivia vuestros sufrimientos... Y así lo creo, "Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados".Pero como dice el chiste: ¡Pero, ¿hay alguien más?
A los demás nos queda la vergüenza de mirar a otro lado, de poner excusas, de hacer política con los dramas, de buscar responsables, o de hacer cuentas que nunca cuadran... Los demás nos marchamos de vacaciones (yo el primero), ajenos y distantes...  Pero nos queda más, mucho más por hacer, informar las conciencias, aumentar nuestra presencia y presión en la redes sociales, mostrar nuestra solidaridad y compasión allí donde estemos, también en nuestros lugares de descanso vacacionales, mostrar nuestra sensibilidad y compartirla con los nuestros y ajenos, y colaborar con las iniciativas de apoyo más organizadas en favor de quienes sufren casi en el anonimato. Así podremos hacer llegar ese consuelo a quienes pueden sentirse solos ante el sufrimiento injusto.

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