Hay encuentros con personas que despiertan en nosotros el deseo de más. Son esas personas que por su formar de mirarnos, de tratarnos nos hacen brillar a los demás. Hacen que nuestro día sea mejor de lo que esperábamos. No buscan deslumbrar, sino algo bien distinto, reconocer en ti esa luz, esa bondad, que otros, incluso tú mismo, no has sido capaz de percibir en ese momento.
Son estas personas las que mantienen vivo en los demás la necesidad de nacer de nuevo un poco cada día. Estas personas se sitúan desde tres actitudes claves que pueden renovar nuestras ganas de vivir cada día.
1. Despiertan en los demás el agradecimiento a la vida, incluso en los momentos difíciles , como en la despedida de un hermano, ¡gracias por haberte conocido!, ¡gracias por todo lo compartido!
2. Son personas que nos ayudan a poner el valor en las pequeñas cosas de cada día. En esos detalles que tantas veces nos pasan desapercibidos: una presencia, una cama hecha, la comida preparada, ese favor a tiempo,...
3. Este tipo de personas, ¡qué las hay!, viven ilusionadas, y sin abrumar, contagian esa alegría que les sale de dentro. Con su mirada amable a la vida mantienen una actitud positiva que les permite ponerse nuevos retos y afrontar situaciones difíciles.Es así como logran despertar la confianza por donde pasan.
¿Acaso hay forma mejor de repartir vida? Hoy una invitación a cada uno, en donde esté y se mueva, a entrenar "esta mirada amable", al estilo de un tal Jesús de Nazaret, despertando en quienes nos acompañan en la vida ese deseo de más y hacerles brillar. ¡Feliz Pascua!
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