Mostrando entradas con la etiqueta SOLIDARIDAD. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta SOLIDARIDAD. Mostrar todas las entradas

martes, 2 de febrero de 2016

¡NOS QUEDAS TÚ!

Hay dramas humanos que son muy difíciles de recoger, de expresar en una imagen. Estamos tan saturados de ellas. Nos pueden poner de postre en las noticias las imágenes más impactantes del conflicto de turno (¡que son muchos!), que quedarán olvidadas en breves segundos tras la siguiente noticia. Mientras vivimos aturdidos con tanto "ruido" de fondo, las historias siguen, los esfuerzos se suceden heroicamente con caminatas eternas después de haberse jugado sus vida en el mar. ¿Dónde ponemos la mirada?¿Y el corazón?¿Y nuestros pies? Hemos de espabilar como raza humana, o acabaremos en peligro de extinción. Hemos de repensar nuestras prioridades, y ser capaces de preguntarnos: ¿Qué cosas de las que hago cada día, mejora en algo el mundo, mis relaciones?
Necesitamos redirigir nuestra mirada, y repensar esos gestos que hoy son urgentes.Podríamos meternos en nuestra burbuja de bienestar y consumo, pero no por ello los dramas dejarán de pasar. 
Solo se nos juzgará por el amor, por la manos tendidas, las puertas abiertas, las visitas hechas, los caminos acompañados, las horas muertas de escucha,el pan compartido.
Los dramas se repiten una  y otra vez. El poder y  la ambición nos destruyen, nos enfrentan, y nos acaban matando.Somos torpes y parece que no terminamos de aprender de nuestros errores.
¡Nos quedas tú!, para redirigir la mirada, apostar por esos gestos, y despertar la esperanza de quienes se sienten solos en la lucha de cada día. Ahora bien, ¡no te apures!, contigo hay muchos más. ¡Animo! y buena semana.

viernes, 18 de septiembre de 2015

¿CUÁNTO VALES TÚ?

¿Podemos poner precio a las personas? Hoy me he tropezado con una revista de hace unos años, donde esta foto protagonizaba su portada con un titular semejante a "Justin el niño que vale 100 millones de dolares".
¿Cuánto vales tú? Parece que se antoja, como algo inevitable, poner precio a todo, ¡también a las personas! Está claro que el dinero, de forma casi obsesiva, quiere seguir marcando la diferencia, simplificando y recortando la realidad.
¿Cuánto valen las miles de personas agotadas y hacinadas en las fronteras de Europa? Y como la solidaridad nos cuesta sus dineros, seguimos con los números y los cálculos, "que si míos, que si tuyos, que si yo no".
Como un famoso anuncio de tarjetas de crédito (¡qué paradógico!) nos recordaba..."hay cosas que no se pagan con dinero"
La crisis migratoria que nos ocupa la primera plana de nuestros noticieros, no es de hoy, se lleva gestando muchos años atrás, y lo más duro, es que dejará de ser portada, noticia, cuando los medios decidan,... Y la crisis humanitaria que nos ocupa, como otras tantas, desaparecerán, aunque sigan existiendo.
¿Cuánto vales tú? Lo mismo que yo, en dignidad, en derechos, en deseos, en proyectos, en busca de felicidad, en sentido de todos los esfuerzos y sacrificios por salir adelante. 
Somos cada uno quienes damos valor a nuestros semejantes, somos cada uno quienes decidimos invertir en humanidad con gestos solidarios, con acogidas atrevidas, compartiendo bolsillos y espacios. Somos nosotros quienes podemos poner el bien común en valor, y mostrar otras relaciones posibles. Pequeñas historias, que nos hablan de fronteras superadas, heridas aliviadas y manos ofrecidas. Somos tú y yo, que junto con el otro, que como si de una cadena humana  se tratara, podemos hacer realidad una acogida sin fronteras. Porque el ser humano no tiene precio, es incalculable, y auténticamente precioso a los ojos del buen Dios. Hemos de animarnos a que nuestros actos sean los que pongan en valor a esa marea humana, que lejos de ser una masa anónima, todos traen bajos sus brazos, historias, miedos, y esperanzas de un futuro mejor. Apostemos por una carrera humanizadora, que saque lo mejor que llevamos dentro cada uno. ¡No esperes!

lunes, 7 de septiembre de 2015

LOS HECHOS HABLAN SOLOS...

Ni por un momento quisiera imaginar que ese niño fuera mi hijo, mi sobrino,... Ni por un momento quisiera imaginar que tuviera que salir echando patas de mi casa con el miedo en los talones a una bomba, a francotiradores,... Ni por un momento quisiera imaginar lo que supone sobrevivir sin agua corriente, ni luz, con el hedor de los muertos de cada día,... Ni por un momento...
Mientras unos solo imaginamos, otros lo viven cada día. No entienden de fronteras, de estatutos de refugiados,... Solo buscan sobrevivir en medio de un infierno agravado por la indiferencia de los gobiernos que han decidido poner número a solidaridad. Y nos atrevemos a repartirnos las personas como si fuesen cromos de fútbol.
Mientras los hechos hablan, la solidaridad, el compromiso, el atrevimiento, los gestos, la justicia, en definitiva, la humanidad, ¡no puede callar! Nuestros políticos pueden jugar "a las casitas", pero los ciudadanos debemos salir a las calles, a las redes sociales, y ser capaces de subir el tono ético y humano con nuestras palabras y gestos. 
Es urgente un cambio de mentalidad, en el cual, no nos conformamos con esperar que a nuestros "líderes políticos" se les ilumine la sesera y el sentido común (que lo tienen muy complicado). 
Es el tiempo de que pongamos en el centro a quienes realmente son las víctimas, y dignifiquémoslas con nuestra acogida, cuidado, y disposición a compartir lo que tenemos. Ni por un solo momento quisiera imaginarme a mi familia subida a una patera camino a una muerte incierta.
Es el tiempo de no mirar a otro lado, de no eludir nuestra responsabilidad, y apostar por una solidaridad humanizadora y claramente gratuita, sin esperar nada a cambio.
Es el tiempo de los gestos, del compromiso en función de las posibilidades de cada uno, y de exigir a nuestros gobernantes una respuesta a la altura de la dignidad y derechos del ser humano. ¡Salgamos a la calle!

viernes, 28 de noviembre de 2014

DESLUMBRADOS

Salimos esta tarde de paseo por las calles de nuestra ciudad (yo por Bilbao) y uno se ve sorprendido por la hermosa y seductora estampa de la iluminación navideña... Cada vez antes, se adelantan incluso al inicio del Adviento, ¡los tiempos!, son tan distintos para los comerciantes, que para los creyentes...
A lo largo de nuestro paseo nos han acompañado estas "lucecitas" reclamando de los viandantes casi de forma compulsiva, ese deseo de comprar, aunque sea por inercia, porque ya toca.
Me hace pensar que vivimos deslumbrados y sobreestimulados, despertando, en ocasiones, conductas simples, que nos restan libertad y no nos dejan espacio para pensar. Toda una maquinaria comercial ya se ha puesto en marcha reclamando de nosotros la conducta más básica en estas fechas, que es comprar, consumir por encima de nuestras necesidades (mientras escribo esto, a la vez pienso ¿qué voy a regalar a mis sobrinos, a mi familia, a...).
Estamos llamado a iluminar, no a deslumbrar. Más que nunca es necesario ver un poco más allá de lo inmediato. Darse tiempo, compartir tu tiempo, cuidar espacios de encuentro, y no dejarnos cautivar por lo compulsivo.
Iluminan las personas que ofrecen pequeños gestos de bondad, compatibilizando familia, trabajo, voluntariado en el banco de alimentos, en Cáritas o en Cruz Roja. Iluminan las personas que son capaces de mantener unas relaciones cálidas  y humanas, cargadas de respeto y valoración, dignificando a todos los que entran en contacto con ellos.
Iluminan las personas que son conscientes que no viven solas en el mundo, y salen de sí mismas, y se reparten y se comparten en compromisos anónimos, que hacen de su entorno, un mundo más habitable.
No nos dejemos deslumbrar, y preparémonos estos días, a ser luz, pues son muchos lo que aún hoy, viven en la penumbra del olvido y la precariedad. No escatimemos gestos. Gracias.

martes, 16 de septiembre de 2014

LUZ EN LA NOCHE...

Cuando parece que no se puede ver con claridad. Cuando en medio de la noche hay quienes aprovechan furtivamente. Cuando el miedo y la decepción parecen que acampan entre nosotros... Es necesario recordarnos la luz que llevamos dentro. Ese tesoro escondido de cercanía y humanidad, que hacen de nuestra casa un hogar. 
Es tiempo de hacer memoria, y recordarnos que el sufrimiento y el desamparo al que están sometidos tantos seres humanos, hermanos nuestros, no tienen la última palabra. 
Aún en medio de este camino, queda por decir una palabra, la de Jesús de Nazaret. Donde unos no ven más que muerte y desolación,  otros reconocemos una Palabra de vida, hecha gesto, cercanía, y compromiso con los más débiles. 
Es tiempo de vencer el miedo a la bondad y ternura, como anima el Papa Francisco I, y lograr sacar lo mejor de cada uno. 
Es tiempo de ofrecer palabras de aliento, que nos hagan ver más allá y ayuden a intuir que tenemos horizonte más justo y humano.
Es tiempo de hacer gestos oportunos, que alivien las heridas, y nos acompañen en el camino difícil. Arrimar el hombro, acercarnos al que sufre, compartir lo que tenemos, abrir nuestra puerta,... Ofrecer la luz, el calor de un hogar.
No basta con un análisis crítico acertado, ni con tener ideas alternativas que deslumbren al personal... Es tiempo de ofrecer luz, espacios y gestos en los que nos podamos apoyar, sostener en medio de la dificultad. Y en esto, los cristianos, tenemos de quien aprender. 
Es tiempo de levantar ánimos, tender la mano, abrir espacios. Pues no hay mejor manera que ofrecer esa bondad y ternura, para hacer posible unas relaciones nuevas. ¡Ánimo!, cada gesto importa. Gracias.

miércoles, 8 de enero de 2014

EL PLACER DE COMPARTIR...

Podríamos pensar que les toque a otros, que nosotros no estamos preparados, incluso pensar (¡erróneamente, por supuesto!) que no tenemos nada que ofrecer... Algunos pensarían que somos demasiado jóvenes, otros quizá que son demasiado viejos, ¡yo que sé!, cualquier excusa es buena para mirar para otro lado... Pero entonces, nos perderíamos la experiencia del placer de compartir, lo que se siente cuando uno aporta  algo de sí mismo para que la vida de otro vaya mejor.
El milagro de compartir no pide imposibles, solo pide pensar en el bien común y ofrecer parte de lo que tienes para quienes lo necesitan para recuperar esa dignidad robada.  Compartir es ese acto sencillo que rompe la indiferencia y te convierte en un ser más social, responsable y humano.
Compartir solo depende de ti, podemos poner excusas y mirar para otro lado, pero aún así, sabemos que depende de cada uno. Cuando compartimos no solo damos, sino que nos entrelazamos nuestras vidas con la suerte de quienes compartimos. Es un sencillo gesto de fraternidad, de humanidad. Así experimentamos la solidaridad a pequeña escala alentando la confianza en el ser humano y despertando la simpatía por quienes lo están pasando peor que nosotros. Nos hacemos corresponsables de este mundo maltrecho, aportando nuestro granito de arena para hacerlo más habitable.
Compartir alegra el día de quien ofrece y de quien recibe despertando la necesidad de esa cadena de favores tan necesaria que puede humanizar más nuestros mundo, nuestro día. Así pues, ¡compartamos!, no renuncien a este placer. Gracias.

sábado, 25 de mayo de 2013

DESDE OTRA MIRADA...

Una mirada desde los últimos, desde los que no cuentan, hace que todo se vea distinto:
Los derechos están difuminados, ¡hay que ganárselos! 
Las oportunidades son para otros, para quienes pueden pagárselas. 
Los espacios son exclusivos, reservados, donde no pintan nada, y solo consiguen llamar la atención.
El trato diferenciado, guiado por las apariencias y los prejuicios.
Sus sentimientos son minimizados, casi olvidados. No importa ser ninguneados, ¡algo habremos hecho para merecer esto!
Es una mirada pobre y empequeñecedora. Desde los últimos nadie quiere vivir.
Otra mirada es posible. Aquella que nos recuerda:
Que los derechos son de todos, y en éstos, hacemos viable una vida digna para todos.
Que las oportunidades pertenecen a quienes creen en ellas, a quienes confían en sus posibilidades y se atreven a soñar en alto.
Que los espacios son puntos de encuentro y de intercambio. Son esos lugares de aprendizaje y conocimiento mutuo, donde no somos "usuarios" sino protagonistas: desmontando etiquetas y superando barreras.
Que el trato lo aprendemos de ese Buen Dios, que nos hace hijos y hermanos. Ese estilo gratuito y misericordioso, que pone el bien común por encima de los intereses partidista y especuladores. Ese trato que nos hace personas plenas.
Y finalmente, que los sentimientos son ese reflejo de corazón, de lo que llevamos dentro. Nos recuerdan como nos afectan las cosas, las personas ... y nos animan a amar y dejarnos amar, como la única dinámica vital capaz de aportar novedad cada día.
Sin duda alguna estamos necesitados de otra mirada, distinta, atrevida, capaz de reconocer en los pequeños, en los últimos, esa presencia callada de Dios. Quizá este descubrimiento esté reservado a quienes apuestan por un  estilo solidario de relaciones. Gracias.

domingo, 9 de diciembre de 2012

¿ALUMBRAR O DESLUMBRAR?

Persiguen objetivos bien distintos, es obvio. ¿Tú a cual te apuntas de los dos? Mientras nuestros alcaldes/as hacen juegos de artificios con los ahorros energéticos en la temporada navideña (mejor nos vendría a los ciudadanos que ahorrasen en sus sueldos de latos cargos y puestos de libre designación....), me invito a mi mismo a no dejarme deslumbrar, afinar el oído para escuchar y abrir bien los ojos para contemplar en mi ciudad.
En medio del colorido de luces y sonidos, que pretende estimular precozmente nuestras ansias de consumo navideño, hemos de adentrarnos en los desiertos de nuestras ciudades. Sí, todos esos lugares donde nadie quiere estar, donde solo habitan quienes no pueden elegir y quienes, por opción, están dispuestos a acompañar. Albergues, comedores sociales, residencias, psiquiátricos, cárceles, barriadas (que no barrios), asentamientos, ... Esos espacios que no son iluminados, más que por quienes tienen el arrojo, el corazón y la generosidad de hacerse presente y compartir con ellos, aunque sea unas horas semanales, esa suerte mediocre del olvido y el rechazo.
Campaña de apoyo a Caritas
Hoy más que nunca es necesario devolver una mirada más humanizadora a nuestros semejantes, estimular respuestas más cooperadoras, menos competitivas. Una mirada que nos lleve más allá de las apariencias y de las luces multicolor. Una mirada que nos acerque a quienes pueden necesitar ese gesto sencillo, esa presencia oportuna, que sean capaces de  aliviar nuestras heridas. Una invitación en este adviento, en este tiempo de preparación, a entrenarnos, a esforzarnos en gestos humanizadores que nos acerquen a quienes están probando los sabores más amargos de la crisis, del olvido o del rechazo. 
En medios de estos desiertos de la ciudad, gritan con fuerza esas voces humanizadoras, de tantos voluntarios anónimos en comedores sociales, en bancos de alimento, en centros de acogida, incluso en sus viviendas particulares, que son capaces de ofrecer ese gesto y palabra oportuna que reducen distancias, suavizan las dificultades, alientan el corazón y estimulan la confianza. ¿Acaso hay mejor forma de encarnar la navidad? Pequeños gestos que iluminan los rostros de quienes, hasta ese momento, nos esperaban nada. ¡Gracias!