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jueves, 28 de febrero de 2013

¿Y SI EL CORAZÓN CAMBIASE?

El mio, el tuyo, los vuestros...

Nuestra mirada sería distinta
más crítica con lo que vemos,
más humana con lo que tocamos,
más tierna con los que sufren.

¿Y si el corazón cambiase?
Sí el mio, el tuyo, los vuestros...
Nuestros gestos serían
más modelados por el amor,
más cercanos por com-pasión,
más justos por dignidad.

¿Y si de verdad el corazón cambiase?
El mio, el tuyo, los vuestros...

La justicia no viajaría en patera,
la esperanza no bailaría con la bolsa,
la humanidad no sería desahuciada.



Si el corazón cambiase,
El mio, el tuyo, los vuestros...

Hoy,
escucharía más y hablaría menos,
compartiría más y acumularía menos,
abrazaría más y juzgaría menos.

¿Quieres que cambie tu corazón?
Yo, sí, pero solo no puedo, ¿me ayudas?

jueves, 14 de febrero de 2013

COMO EL AVE FÉNIX...

¿Podemos resurgir de nuestras cenizas? Es bueno recordarnos de vez en cuando, que no podemos con todo, que somos limitados, que cometemos errores, que fracasamos después de uno y otro intento,...  En definitiva, que esto de la perfección, que nos autoimponemos,  también forma parte de la ciencia ficción, y para colmo, nos hace sufrir innecesariamente...
La celebración del miércoles de ceniza es esa oportunidad para echar esa mirada condescendiente y realista a la propia realidad que somos cada uno.Pero sobretodo, una ocasión para recordarnos que esa fragilidad no tiene la última palabra. ¿Podemos resurgir de nuestras cenizas? El Evangelio nos propone tres procesos que son capaces de hacernos resurgir y reavivar nuestras cenizas, donde también podemos descubrir a Dios.
1. De la doblez a la autenticidad. Cuando vivimos demasiado atento a las espectativas de los demás, al final uno se descubre no siendo el mismo, aprendiendo a convivir con la doblez, hermana pequeña de la hipocresía. Buscar una comunicación honesta y cercana, expresar las propias opiniones y sentimientos con libertad, aceptar con naturalidad nuestros propios errores y aprender de ellos, pueden ser claves que nos introduzcan en otra dinámica, la de ser uno mismo, como el mejor regalo para los demás.
2. De la indiferencia a la compasión. Es ese proceso que nos permite el reconocimiento del otro. No sólo de darnos cuenta de su presencia, sino de reconocer cómo se encuentra, que necesita, que sentimientos tiene, y atreverme a preguntar, ¿qué necesita de mí? Y preguntármelo  sin hacer cálculos, superando mis resistencias y miedos. Este proceso nos vuelve más humanos, más fraternos, y nos suele empujara a gestos cotidianos cargados de cariño y amistad.
3. Del figurar a la discreción. En mi opinión, en una sociedad de la imagen como la nuestra, este proceso es el más difícil. Nos suele gustar exponernos, compartir, dar a conocer,¡está bien!, la redes sociales nos ayudan a esto... Pero nos pueden hacer olvidar, que en la trastienda de cada uno de nosotros, también pasan cosas importantes que dan calor a la vida y nos hacen resurgir nuestras cenizas. Un gesto de perdón a tiempo, un abrazo sentido, una escucha atenta, un beso, una mirada o quizá esa palabra tan esperada... Ese mundo interior, compartido con tantos, pero no está convocado en las redes sociales, sino en los acontecimientos de cada día. Esa forma de entrelazarnos que hace las cosas nuevas.
Empezamos la cuaresma, toda una invitación a resurgir de cada uno de nosotros lo mejor que llevamos dentro, y así, superar nuestra mediocridad. ¡Animo y gracias!