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jueves, 21 de septiembre de 2017

¡OTRA FORMA DE MIRAR!

Necesitamos urgentemente otra forma de mirar... a nosotros mismos, a quienes nos rodean, al mundo... Los hechos hablan solos y no son muy alentadores. Silencios innecesarios, baja autoestima, demasiados autocastigos (mensajes negativos, autoexclusiones,...) sueltos por ahí, fuerte dificultad en conectar con uno mismo y lo que nos pasa, con el otro distinto a mí, demasiados enfrentamientos innecesarios, diferentes tipos de violencia (ninguneo, ironía, ¡y hasta física!) en entornos donde lo que se debe esperar es cariño, ternura, acogida o fraternidad.... La causas ya no importan, y probablemente no aporte mucho a la solución. Lo importante es, ¿qué podemos hacer?
El evangelio de hoy ( Mt 9,9-13) es muy inspirador, y sin querer agotar el tema quisiera compartir algunas claves que nos aporten luz, pistas, que nos ayuden a probar otras cosas...
Necesitamos mirar de otra manera, pero para ello hemos de atrevernos a 
1. Dejarnos mirar... dícese de ese acto de confianza, y por tanto, de no querer controlarlo todo, sencillamente dejarse, no más. Cuando nos dejamos mirar nos abrimos a la posibilidad de que todo lo bueno y bello de quien nos mira, entre en contacto con uno mismo, pudiendo aportar una gran fuerza motivadora (ya dice San Pablo, "los fuertes tiren de los débiles"). Pues es precisamente cuando peor estamos y nos sentimos cuando menos nos dejamos mirar, y a la vez, cuando más lo necesitamos. Necesitamos saber que no estamos solos, que somos tenidos en cuenta, que se puede caminar y avanzar en dificultad, que somos aceptados tal y como estamos y somos... Y dejarnos mirar sin ser juzgados, ni encasillados. 
2. Liberarnos de nuestra mirada única... Lo que yo veo, yo opino, yo creo... liberarme de los filtros de mi mirada, mis egos, mis prejuicios y etiquetas, mis razones,... Hemos de hacer consciente y aceptar todo aquello que nos limita fuertemente nuestra mirada, condicionando  lo cotidiano de forma monocromática, donde lo único valido es lo mío, y nos lleva a un rechazo casi compulsivo a lo de fuera... Esta mirada única es realmente peligrosa, pues limita seriamente nuestra empatía, alimenta nuestros miedos, y dificulta la confianza. Aquí nos ayuda harto acercarnos a Jesús de Nazaret, y repasar sus miradas a Mateo (hoy), a Zaqueo, al joven rico, a la adultera, a Nicodemo (¡tienes que nacer de nuevo!), al ladrón junto a la cruz .... De Él podemos aprender a mirar de otra manera, aceptando, soltando lastre, ...
3. Soltar el lastre de nuestros miedos... y atrevernos a quitarlos de encima:
  • El miedo  al fracaso, a no triunfar que me lleva a pensar que si no estoy seguro de que voy  a ganar, prefiero pasar... 
  • El miedo al que dirán, que nos paraliza y no impide intentar cosas... 
  • El miedo a la exclusión, a que nos dejen de lado, a ser rechazados, este es de los más ancestrales y cuesta harto quitarlo, con este hay que esforzarse... 
  • El miedo al compromiso, "y si me miran", " y si me tienen en cuenta", "y si me abrazan...", "y si me perdonan... " entonces, "¿qué hago?" ... 
  • El miedo al ninguneo, "para lo que hago", "para lo que cuentan conmigo", "para lo que se fijan en mi", la queja es su escondite...

Todos estos miedos pueden ser eliminados poco a poco, pero sin descanso (¡bueno!, igual un poco!, para coger aire nuevo) ejercitando la confianza en nosotros mismos y en los demás, aceptando que solo confiamos de verdad, cuando confiamos en quienes nos pueden fallar, pues esa fragilidad está en nuestro ADN, somos limitados, frágiles, .... 
¡Pero eso sí!, sostenidos por un amor incondicional  y gratuito, capaz de ver la belleza que llevamos TODOS dentro. Por eso, donde todos ven en Mateo el recaudador de impuestos, a un indeseable, vendido a los romanos (poder ocupador), Él, Jesús de Nazaret ve a un seguidor, a un discípulo, a uno que puede formar parte del grupo de sus amigos, ... 
Necesitamos recuperar OTRA FORMA DE MIRARNOS, para así poder recuperar esa FRATERNIDAD, tal y como nos invita Jesús cada día, Él lo hace posible, dejemos que el nos enseñe. Gracias y un abrazo fraterno a todos.

miércoles, 5 de octubre de 2016

PROJIMIDAD, UN APRENDIZAJE POSIBLE

El ritmo de la vida es rápido, la rutina nos aprieta y las semanas se suceden casi sin darnos cuenta... En tantas ocasiones sentimos que la vida se nos escapa como el agua entre los dedos. Los hijos se nos hacen mayores, las clases nos cuesta cada vez más prepararlas, la sensación de que nos falta tiempo para... Perdemos  la novedad, profundidad, otra mirada más humana, más compasiva.
Quisiera invitarme e invitarte a practicar la projimidad, la oportunidad de vivir con más intensidad y profundidad nuestro presente, lo cotidiano. Con cierto atrevimiento quisiera proponerlo con tres aprendizajes:
1. Aprendamos a mirar de otra manera. No solo a ver, sino contemplar, mirar con profundidad, aplicando todos los sentidos. Ir más allá de lo que ya sabemos o imaginamos, y acoger. Una mirada que reconozca en nuestros miedos, fracasos y heridas, con esa dignidad que nos ayude a descubrirnos amados. Y podamos escuchar en nuestro interior , "Tú vida me importa". Una mirada cargada de condescendencia y estima profunda hacia la debilidad propia y ajena que nos anime a bajar nuestras defensas y resistencias, y nos permita acoger con más humanidad.
2. Aprendamos a pararnos. Cuando nos tomamos en serio la realidad nos implica dedicarle tiempo. ¿A qué dedicamos nuestro tiempo? ¿En qué lo perdemos?
Debemos aprender a bajar de tanto pedestal de poder, prestigio y éxito, y pasar nuestro tiempo con quienes más nos necesitan a nuestro lado. Eso no puede hacerse mas que ofreciendo una amistad  sincera. Se requiere parar, ofrecer nuestro tiempo desinteresado, dejando claro que nosotros no somos el centro de todas las cosas.
3. Aprendamos a implicarnos. Una palabras oportunas se agradecen, pero se quedan cortas, sino van acompañas de unos gestos necesarios. Es necesario comprometernos con acciones proporcionales al sufrimiento de quienes caminan con nosotros. Acciones que dignifiquen y nos hagan descubrir que no estamos solos.
Tres aprendizajes que nos ayuden a estar más cerca de quienes nos necesitan y nos ayuden a ofrecer una mirada más humana, al estilo de Jesús. Gracias y ánimo.

domingo, 5 de junio de 2016

PASIÓN POR LA VIDA...

Nos lo han dicho de muchas maneras, y nos cuesta creerlo. Aunque hayamos tenido experiencias de ello, nos cuesta creer, que las cosas no son siempre lo que parecen, y que ¡en tantas ocasiones!, lo esencial es invisible a los ojos.
Donde todos vemos la botella medio vacía, hay quienes la ven medio llena, ¡y es la misma botella! ¿Y dónde está la diferencia?La clave no está  en la botella. No está en lo de fuera, ni en lo que nos sucede, por duro que sea. 
La clave está en la mirada, en nuestra forma de ver, de acercarnos a lo que nos pasa y nos rodea. Desde donde miramos. ¡La botella es la misma!
No se trata de tener una gran mirada analítica, que nos permita estudiar todos los puntos de vista, que nos posibilite emitir un juicio de valor acertado. No se trata de tener razón, y aportar cien mil argumentos que nos permitan atrincherarnos en nuestra verdad... que por muy cierta que sea, nos distancia, nos separa, y nos hace levantar otros cien mil muros que no nos dejan ver al otro en su verdad. La razón, no nos lleva más allá.
Se trata más bien de conmoverse.Un ejercicio de salir de uno mismo que nos posibilita conectar con el sufrimiento del otro, dejando a un lado argumentos, razones, ideologías, opiniones, creencias, ... y acoger a la otra persona tal y como está. Una mirada así nos pone en movimiento, nos hace salir de nuestra zona de confort (estatus, creencias,...) y nos conecta con sus heridas, deseos, necesidades,  y reconocerle como ser humano, como un igual. Una mirada así, nos ayuda reconocer en un extraño a un hermano. 
Una mirada así al mundo que nos rodea y a las personas que sufren,  que no son capaces de ver su botella más que medio vacía; es lo que  hace posible ofrecer esperanza a quien no encuentra argumentos para tenerla. 
Esto solo es posible, cuando conscientes de nuestra propia debilidad, nuestras entrañas se conmueven por quienes se sienten más tirados y olvidados. Es ahí cuando nuestros gestos, nuestras palabras pueden ir de su mano, ofreciendo una mirada distinta, más humana, y más profunda.¡ Ánimo!, la tarea es ardua pero urgente. Feliz semana.

domingo, 13 de marzo de 2016

RECUPERAR LENGUAJES OLVIDADOS (II)

Hay miradas indiferentes, torcidas, perdidas, que matan. Hay otras miradas mentirosas, y que rechazan. También de las que intimidan o amenazan... Pero ninguna de ellas humanizan nuestras relaciones.
En ese compromiso de hacer esta revolución a pequeña escala, cuerpo a cuerpo, quiero proponeros otro elemento clave: Una mirada humanizadora.
Está claro que todo no vale, y que hablamos de mirar de una determinada manera nuestra realidad. Una mirada que nos permita acercarnos a uno mismo y a los demás de forma respetuosa y liberadora. ¡Vamos!, al estilo de Jesús de Nazaret.
Así pues, estamos urgidos  a trabajar en nuestros entornos más cercanos: familia, amigos, trabajo,... y más lejanos, una mirada cargada de humanidad ¿Cómo entrenar una mirada así? Una propuesta a estimular cuatro formas de mirar en nuestro entorno:
1.Una mirada que vea más allá de los actos aislados. Conscientes que lo que hacemos no siempre nos define, y conocedores de nuestras propias fragilidades y contradicciones, que en tantas ocasiones nos han hecho hacer lo que no queríamos... Es una mirada que nos ayuda a la experiencia del perdón a uno mismo y a los demás.
2. Una mirada rastreadora de la bondad. Hay auténticos expertos en fijarse en lo que no les gusta, no están de acuerdo, o detectar errores... Pero en la mayoría de las ocasiones, eso tampoco humaniza. Necesitamos auténticos rastreadores de bondad, mujeres y hombres, capaces de intuir lo bueno que hay en cada persona con la que se encuentran. Necesitamos personas capaces de reconocer, expresar y agradecer, en lo cotidiano, con palabras y gestos lo bueno que descubren en el otro. ¡Eso si que es humanizador!
3. Una mirada amable a la vida. Que es inclusiva, que invita a formar parte, que no pone "lineas rojas" tan de moda, que no es limitante y se deja sorprender por el otro, que acoge tal y como viene, sin juzgar ni condiciones. Una mirada que hace fáciles las relaciones e invita a la cercanía, sin preferencias, ni poner condiciones. Una mirada que no hace "de los míos", ni "de los tuyos".
4. Una mirada que provoca y convoca. Una forma distinta de hacer la cosas, pues quien es capaz de provocar una pregunta (¿quién es ese que mira así?,...) con su mirada, también convoca. Pues logra que todos quienes se acerquen a él, se sientan queridos y valorados tal y como son. Y eso, también humaniza.
Una mirada que estimule estas cuatro claves, será profundamente humanizadora, al estilo de la que nos recuerda hoy el evangelio (Jn 8,1-11). Otra pista para avanzar en nuestra revolución humanizadora, cuerpo a cuerpo, día a día. ¡Feliz semana!

domingo, 28 de febrero de 2016

OTRA FORMA DE MIRAR...

En tantas ocasiones nos sentimos con la licencia de juzgar al otro, de cuestionar sus aciertos y señalar sus errores. Incluso nos vemos con el poder de excluirle de nuestro entorno por no considerar que esté a la altura de nuestras expectativas.
Donde todos ven una higuera seca a arrancar, el viñador ver una oportunidad más a cuidar (Lc13,1-9). Toda una lección, que no recuerda que a nosotros "no nos pertenece juzgar ni excluir" (Dolores Aleixandre).
Necesitamos en este tiempo de Cuaresma "reaprender" otra forma de mirarnos y de mirar al otro. Ante la tentación del endurecimiento y la exclusión, hemos de apostar por la paciencia y el cuidado, como una forma de tomar partido por lo más débil, de amar al estilo de Jesús de Nazaret.
Una invitación a sustituir nuestras impaciencias y juicios por la ternura y el cuidado, convencidos en el efecto transformador que tiene el amor. 
¿Acaso de la dureza y de la impaciencia saldrá algo bueno? Hemos de aprender a lazar una mirada amable a quienes nos rodean, más condescendiente, que nos permita ver más allá de sus actos, de sus frutos. Una mirada más profunda que sepa respetar los tiempos de cada uno, sus historias ocultas que  llevan sobre sus espaldas, y que son tan limitantes... 
Desde esa mirada cargada de respeto y bondad, uno renueva esa paciencia, que le hace cada día cavar de nuevo, regar con paciencia, y aprender a confiar en esos gestos que despiertan lo mejor de cada uno. ¡Feliz semana! y gracias.

martes, 2 de febrero de 2016

¡NOS QUEDAS TÚ!

Hay dramas humanos que son muy difíciles de recoger, de expresar en una imagen. Estamos tan saturados de ellas. Nos pueden poner de postre en las noticias las imágenes más impactantes del conflicto de turno (¡que son muchos!), que quedarán olvidadas en breves segundos tras la siguiente noticia. Mientras vivimos aturdidos con tanto "ruido" de fondo, las historias siguen, los esfuerzos se suceden heroicamente con caminatas eternas después de haberse jugado sus vida en el mar. ¿Dónde ponemos la mirada?¿Y el corazón?¿Y nuestros pies? Hemos de espabilar como raza humana, o acabaremos en peligro de extinción. Hemos de repensar nuestras prioridades, y ser capaces de preguntarnos: ¿Qué cosas de las que hago cada día, mejora en algo el mundo, mis relaciones?
Necesitamos redirigir nuestra mirada, y repensar esos gestos que hoy son urgentes.Podríamos meternos en nuestra burbuja de bienestar y consumo, pero no por ello los dramas dejarán de pasar. 
Solo se nos juzgará por el amor, por la manos tendidas, las puertas abiertas, las visitas hechas, los caminos acompañados, las horas muertas de escucha,el pan compartido.
Los dramas se repiten una  y otra vez. El poder y  la ambición nos destruyen, nos enfrentan, y nos acaban matando.Somos torpes y parece que no terminamos de aprender de nuestros errores.
¡Nos quedas tú!, para redirigir la mirada, apostar por esos gestos, y despertar la esperanza de quienes se sienten solos en la lucha de cada día. Ahora bien, ¡no te apures!, contigo hay muchos más. ¡Animo! y buena semana.

sábado, 17 de octubre de 2015

¡MÍRAME DE OTRA MANERA!

Nos urge aprender a mirarnos de otra forma. A uno mismo, y a los demás. Hemos de recuperar esa mirada que nos permita ser más y mejor uno mismo, y a la vez, que deje espacio al otro a brillar y sacar lo mejor de sí. ¿Es posible?
Creo que es posible. Requerirá un poco de "disciplina" interior. Pero la buena noticia es que está al alcance de todos, de quien opte  y se comprometa con una mirada más humanizadora. Aquí comparto con vosotros unas pistas, que no buscan agotar el tema, solo desbrozar el camino y compartir intuiciones.
  1. Una mirada reconciliada hacia uno mismo. De quien es consciente de sus propias limitaciones y fragilidades. Esa mirada que se ha enfrentado a su lado oscuro, que entiende de heridas propias, y de las que uno mismo  ha infligido a otros. Esa mirada, que nos impulsa a aceptarnos con realismo y lucidez, que nos ayuda a aceptar las resposabilidad de nuestros actos, y sobretodo, que nos enseña a perdonarnos a nosotros mismos. Quizá no haya nada mejor que esto, para experimentar el perdón de ese Dios que nos habita, y nunca deja de apostar por el ser humano.
  2. Una mirada descentrada. No es que no tengamos derecho a mirar por lo nuestro, sino que es muy importante recordarnos que yo no soy el centro del universo. Aunque el ambiente, la publicidad nos esté constantemente estimulando una mirada hacia uno mismo y nuestras necesidades, hemos de recordar que abrirnos al otro nos hacer crecer sin medida. Estar abiertos a nuestros semejantes, al mundo que nos rodea, despierta nuestras neuronas, nos plantea preguntas, despierta nuestro deseo de respuestas, no impulsa a tener experiencias, hacer cosas por otros, que antes, ni imaginar podíamos. Una mirada descentrada, nos impulsa hacer brillar a otros, en especial a quien más vive en la oscuridad del olvido y la indiferencia. Nos permite decir  con un sencillo gesto o acción, "tu vida me importa". Y aún hoy, hay muchos que necesitan experimentar esto.
  3. Una mirada receptiva. Esa mirada quien no lo sabe todo, y ha renunciado al mito de la perfección impuesta por no sé quién. Una mirada de quien sabe de sus cojeras y heridas de guerra, de quien sabe que en muchas ocasiones necesita ayuda. Necesitamos una mirada que sepa pedir ayuda y dejarse ayudar, que sea acogedora, humilde y realista, de ese gesto o palabra oportuna. Una mirada acogedora de todo lo bueno que le rodea y se le ofrece. Una mirada que nos recuerde que nunca estamos solos, que somos seres básicamente habitados, acompañados. Así se nos regala el buen Dios. 
Tres pistas para reorientar nuestra mirada, para humanizar más nuestras relaciones y abrir nuevos caminos cada día. Un tiempo para no conformarnos con lo que hay. Una oportunidad cada día de tejer lazos de otra manera y aportar cada uno desde donde está, la uni, el trabajo, las aulas, la calle, un plus de humanidad. ¡Mírame de otra manera, por favor! Gracias y ¡ánimo!

lunes, 23 de marzo de 2015

EL PODER DE LA MIRADA...

Necesitamos otra forma de mirar. Otra forma, que aporte algo más de profundidad, de sentido, de humanidad. Otra forma que nos permita acercarnos a nosotros mismos, al otro, y al mundo que nos rodea, con más respeto, conscientes  "lo sagrado" que hay en cada persona.
Si no prestamos atención, sino abrimos bien los ojos y los oídos, podemos encontrarnos en una situación desagradable, en la que otros deciden por nosotros, lo que hay que pensar, o lo que hay que decir... 
Hemos de ser capaces de devolver al mundo una mirada apaciguada, generosa, que conecte con el sufrimiento ajeno, y que sea condescendiente con nuestra propia fragilidad. 
El relato del evangelio de hoy (Jn 8,1ss.) nos recuerda que la mirada cargada de odio, venganza y rencor, solo nos lleva a la destrucción del ser humano. El odio, la venganza y el rencor no alivian nuestras heridas, no solucionan los problemas, ni serenan nuestro interior. Si nos dejamos llevar por ellas, sólo conseguiremos herir de muerte nuestra capacidad de amar.
"Nos es preciso aprender a mirar el mal como lo ve Dios,... donde nosotros vemos una falta a condenar y a castigar, Dios ve primeramente una miseria a socorrer..." (Sabiduría de un Pobre, Eloi Leclerc Ed. marova).

Aprendamos cada uno a mirarnos como él nos mira. En Jesús descubrimos las entrañas compasivas y misericordiosas de un Dios, que acoge toda nuestra fragilidad con paciencia de Padre (Abba). Sabiendo esperarnos con respeto, y a la vez, esperando de nosotros, más allá de toda evidencia. Cuando experimentamos su incondicionalidad, nos abruma. Perdonarnos a nosotros mismos, y concedernos la oportunidad de aprender de nuestros propios errores, son la mejor forma de expresar nuestra confianza en esa mirada desconcertante y generosa de Dios, capaz de levantarnos y devolvernos la dignidad y el arrojo de seguir adelante.
Aprendamos a dejarnos mirar por Él. Dios no se avergüenza de ninguno de sus hijos. Nunca retira la mirada, ni la palabra. En Jesús, practicó, una y otra vez, la proximidad y el perdón, como sus dos armas secretas. Solo hace falta que nos pongamos a tiro, que nos dejemos alcanzar, que nos acerquemos a sus palabras y a sus gestos.
Aprendamos a mirar como Él nos mira. En la escuela de la vida, en esto de mirar, hay tres aprendizajes claves, que adquirimos:1. Practicando el acercamiento a las personas que sufren cerca y lejos de nosotros. 2. Atreviéndonos a acompañar, con nuestro tiempo, interés y preocupación al otro, al cual, fruto de esta experiencia deja de ser anónimo, y pasa a tener nombre y rostro concreto.3. Ejercitando la acogida a su estilo, el de Jesús. Ofreciendo esos gestos, palabras, que evidencien al otro, que su vida nos importa.

Así hacemos posible unas  relaciones nuevas, al estilo de Jesús, levantando vidas tiradas, acompañando a quienes se sienten atrapados por su propia debilidad, aliviando heridas, antes intocables. Basta dejarnos mirar. 

martes, 25 de junio de 2013

OTRA FORMA DE VER LA VIDA...

Foto de Xabi Segurola
Que fácil es hacer daño, herir, engañar, manipular, rumorear,... Cueste lo que cueste, sin medir consecuencias, buscando solo mis intereses. Esa es la puerta ancha. No tiene mérito, está al alcance de cualquiera. Me hace pensar en lo vulnerable del ser humano, y a la vez, en su gran capacidad destructora.
¿Cuál es la alternativa? "Trata a los demás como quieras que te traten a ti". Un principio, que aunque  viejo, es también muy actual y está cargado de una gran dosis de humanidad. Estimula  esa empatía necesaria para evitar ese sufrimiento gratuito y ese deseo de mal a nuestros semejantes. Pero quizá lo más interesante de esta empatía, es que nos posibilita renunciar a nuestros propios intereses en favor de un bien común. Esta es la puerta estrecha, otra forma de ver la vida, de tejer relaciones, de establecer lazos con el mundo que nos rodea,... Todavía estamos a tiempo. Es sencillo, pero no fácil. Basta esa dosis suficiente de humildad, que nos permita aprender de nuestros errores y devolver al mundo una mirada más reconciliada, menos ambiciosa y más liberada de todos nuestros miedos. Gracias

domingo, 24 de febrero de 2013

¡LLAMADOS A BRILLAR!

Quizá nos tendremos que recordar más a menudo  la necesidad de afinar nuestra mirada al mundo, a las personas, a uno mismo. Y hacerlo con el único fin de descubrir en esa mirada lo bello , lo bueno, lo hermoso que se esconde en lo más cotidiano. Si no hacemos este esfuerzo, nos podemos perder la esencia y hondura de las cosas, que son precisamente las que son fuente de ánimo y nos pueden lazar cada día a dar lo mejor de uno mismo.
Así se nos regala Dios cada día, pero ¿qué nos puede ayudar a reconocerlo?
1. Abre los ojos a lo bueno de cada día. Es importante recordar una y otra vez que quedarnos en la queja constante nos encoje, no limita y nos convierte en personas miopes que solo nos centra en nuestro ombligo. Si logramos reconocer lo bueno que nos rodea, dignifica nuestra mirada, nos despliega hacia fuera y nos prepara para acoger lo inesperado.
2. Reserva esos espacios para agradecer. Cuida esos momentos tuyos cargads de intimidad, donde hagas consciente aquello que recibes y no has hecho nada por merecerlo. Esos momentos donde uno se puede experimentar amado, regalado, valorado, ... Y solo nos queda el gesto sencillo de agradecerlo, quizá con un abrazo, con una sonrisa, o con una oración...
3. Ponte en marcha para ofrecer lo que eres y tienes. Es entonces cuando uno se siente en la necesidad de devolver, aportar y seguir esa obra creadora de bondad. Es esa voluntad de seguir esa cadena humanizadora que Dios nos propone con Jesús de Nazaret, su Hijo amando. 
Son tantos quienes se empeñan cada día en hacer las cosas más fáciles a sus semejantes, son tantos quienes realizan gestos generosos anónimos, son tantos quienes se esfuerzan en superar la mediocridad ambiental y ofrecer lo mejor de ellos mismos, ... Que si lográsemos caer en la cuenta de ello, nuestras vidas cotidianas podría llegar a transfigurarse, y reflejar parte de esa bondad que se nos regala cada día. Buen comienzo de semana y gracias.

domingo, 11 de noviembre de 2012

CUANDO MENOS ES MÁS...

Solo pasa cuando aprendemos a contemplar nuestro día, las personas, los acontecimientos con otra mirada... Una mirada muy distinta a la que estamos acostumbrados... Una mirada que hace posible que menos, sea más...
Cuando aprendemos a valorar los pequeños detalles del día, un saludo inesperado, un favor a tiempo,... experimentamos que los detalles también llenan.
Cuando confiamos, no en nuestras fuerzas y habilidades,... sino en nuestras flaquezas, debilidades, y miserias... no porque sean buenas, sino porque sabemos que no tienen la última palabra  de quienes somos y a lo que aspiramos...
Cuando nos atrevemos a compartir lo poco que tenemos, hace surgir un buen rollo , una buena química entre las personas, que nos descubre que para aportar no hace falta tener mucho. Es más, tener mucho es el principal obstáculo para ser solidario, nos vuelve recelosos, desconfiados, reforzando un instinto de conservación innecesario y exagerado. Es curioso evidenciar que quienes menos tienen, más solidarios son.
Cuando logramos que menos miedos nos gobiernen en lo cotidiano, somos más libres de prejuicios, de resistencias, de complejos, y casi sin darnos cuenta, hacemos nuestros actos y gestos más humanizadores, más sensibles a las necesidades ajenas y más atrevidos en nuestros esfuerzos.
Hay formas de ver el mundo, de situarnos y afrontar la vida que nos demuestra que cuando menos es más. Es una forma de amar, de estar, donde lo que importar no es la cantidad, ni el poder, ni los privilegios, ni las ventajas,... Es más bien, una cuestión de calidad, de estilo, de opción por lo sencillo, lo cotidiano, lo próximo, lo accesible,... una cuestión de amor, sin más. Feliz comienzo de semana y animémonos a cuidar los detalles.