martes, 24 de septiembre de 2013

CON LA VIDA ACUESTAS...

La crisis no la inventamos nosotros, mucho antes de que Europa entrara en recesión, ya existían pueblos enteros que sobrevivían con lo puesto, sin tener sus derechos básicos asegurados, ¡esos de los que hablan nuestras constituciones tan europeas! Derecho a una vivienda digna, a trabajo, educación, ¡en fin!, esas condiciones que, con cierto sentido común, nos permiten desarrollarnos como personas.
¿Acaso en medio de esta crisis nos queda algo por aprender? No me cabe la menor duda, y tengo la impresión que estamos perdiendo la oportunidad. Nos queda la oportunidad de echar una mirada hacia todos aquellos, que mucho antes de nuestra crisis, ya andaban sobreviviendo llevando a cuestas todas sus penurias y peleando cada día por salir adelante. Pero parece ser que antes no les veíamos, aunque estaban allí, y no les oíamos, porque probablemente pensábamos que no tenían nada que decirnos y nosotros nada que aprender.
Pero la realidad siempre supera la ficción, y ahora llega el momento donde tenemos que ampliar nuestra mirada y escuchar a quienes llevan décadas, generación tras generación, en el incierto camino de la subsistencia. Parece que el infortunio europeo, les puede hacer más visibles e incluso tener algo que ofrecernos con descaro, algunas pistas que nos ayuden a afrontar con más humanidad a esta crisis.
No cargues con más de lo que puedas llevar encima. Acumular no ayuda y no sirve para nada, pues no te da tiempo para disfrutarlo, y al final solo te preocuparas por como proteger lo acumulado y te olvidarás de los tuyos, de quienes dependen de ti, de tu trabajo, de tus largas horas de patear contenedores...
Carga con tu vida como viene... pues lamentarse es un lujo que no aporta y no ofrece alternativas. Acepta tu situación con sus límites y dificultades y lucha por mejorarla, aportando con tu esfuerzo y dedicación todo lo que esté en tu mano por tener nuevas iniciativas, y pensar nuevas estrategias, que nos animen a mejorar cada día.
¡Espabila y ayuda!, no estás solo, no eres el único en una situación  difícil, siempre hay un vecino, un conocido o amigo en peor situación que tú. Para ayudar no hay que ser rico, solo tener un corazón generoso capaz de ofrecer lo poco que se tenga. Ya sé, estás acostumbrado a tener para dar, pero es más fácil de lo que parece... Tu tiempo, tu apoyo, tu disposición, tu saber hacer, tu presencia, ... se convierten en ese tesoro que solo uno puede ofrecer y nos lleva a compartir lo poco que tenemos, ¡sin más!
Es así como aprendemos a hacernos cargo de la vida, propia y ajena, porque sabemos que son vidas, la tuya y la mía,  vidas entrelazadas, aunque a veces, por culpa de la acumulación dichosa, se nos olvide. Gracias

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