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lunes, 19 de diciembre de 2016

DIOS NACE EN ALEPO

¿Quién cuida a quienes pierden la esperanza?¿Quién aporta algo de luz y calor en la tinieblas? ¿Quién da la cara por quienes son olvidados?... 
Dios nace en Alepo, en medio de la ruinas del odio y la sinrazón, al amparo de la indiferencia de los gobiernos e instituciones, que siguen haciendo "sus cálculos", "sus políticas" a un precio inhumano.
Estos días de Navidad, debiéramos encender una vela en nuestras casas en recuerdo de las miles de víctimas que sufren injustamente la guerra, la indiferencia y el olvido de tantos... Y a su lado, otra vela, por quienes permanecen y están. Voluntarios, creyentes de diferentes confesiones, ongs, ... que acompañan, aportan ese valor humanitario tan urgente en la zona.
Es tiempo de alentar la esperanza, es tiempo de poner en valor nuestro ser cristianos, e impulsar gestos, acciones que aporten luz y calor allá donde no lo hay. 
¿Qué estamos haciendo para hacer el mundo más habitable?¿Qué hacemos para hacer la vida más fácil?¿Qué aportamos al bien común al que todos queremos aspirar?...
Fuera de la ciudad porque no había sitio para él, muerto de frío en un pesebre, junto a sus padres (¡menos mal!), nace Jesús. Nuestro Dios se hace carne en la pura debilidad. Si en algún lugar tuviera que volver a nacer hoy, sería Alepo, en medio del olvido más absoluto. Somos todos los que podemos visibilizar, salir a la calle, colaborar con organizaciones, y mostrar nuestra solidaridad y apoyo en las redes sociales. Todo gesto de humanización por pequeño que sea, suma. ¡Seamos creativos y alentemos la esperanza! 

lunes, 27 de enero de 2014

CONTRA EL OLVIDO...

Una forma sutil, discreta, de mirar a otro lado. Una forma de desentendernos de aquello que intuimos nos puede complicar la vida y comprometernos. Ese olvido selectivo, que como si se tratase de un vídeojuego, nos pasa a una pantalla nueva, dando por superado el nivel anterior...
Pero lo que sucede, es que el nivel anterior, en realidad, está pendiente de superar. Miramos al conflicto de Siria como algo lejano, que no nos toca de cerca, como que no va con nosotros. En ningún momento se nos ocurre pensar que pudiera ser nuestra casa bombardeada, ni mis hijos obligados a salir despavoridos a un campo de refugiados, sin agua corriente, sin luz, ni por supuesto calefacción. ¡Eso siempre les toca a otros!... 
Pero, ¿y si fuesen nuestros hijos? El olvido nos puede hacer cómplices de las mayores injusticias, y hace crecer nuestra indiferencia ante nuestros hermanos los hombres.
¿Qué hacer contra el olvido?
1. Estimular nuestras neuronas espejo. Hacer un ejercicio real de empatía y ponernos en lugar de las miles de familias rotas, obligadas a huir de sus hogares, a combatir por sobrevivir, hundidas en la más absoluta desesperación frente a la indiferencia de la "comunidad" (¡vaya palabrita!) internacional. Esto nos ayudaría a buscar información, a mantener el interés por el destino del pueblo sirio, a informarnos de iniciativas existentes, de ayudas necesarias, de.... Pero es más fácil olvidar.
2. La implicación. Está reservado a quienes son conscientes que mañana me puede tocar a mí, y necesitar de ese apoyo internacional que hoy escatimamos al pueblo sirio. La implicación requiere dejarse afectar y que por poco que pueda hacer, siempre será mejor que no hacer nada. Tomar iniciativas sencillas, en casa, en el aula, en las redes sociales, ... sumarse a iniciativas  mayores de apoyo al pueblo sirio,... y no alimentar nuestra indiferencia con nuestro olvido.
3. Poner cara y voz a las víctimas del conflicto, a quienes sufren en silencio y en el olvido las consecuencias de un conflicto cruel y despiadado. Hacer memoria de quienes valientemente sortean cada día calamidades impensables para nuestra situación privilegiada. ¡Ojala! tengamos la valentía de presionar a nuestros gobiernos e instituciones a promover la acogida de quienes solicitan asilo, superando recelos y burocracias.
4. Com-pasión. Esa capacidad de padecer con otros, que al estilo de Jesús de Nazaret, nos ayude a conectar con sus deseos y esperanzas, y ofrecer esos gestos y palabras oportunas que más están necesitando. Esa compasión que nos acerca a su realidad, y nos permite hacernos cargo de la dureza de la situación que les toca vivir cada día. 
Podemos olvidar, ¡es cierto!, pero también quedan muchas cosas por hacer. Así pues, ¡manos a la obra! Gracias

viernes, 14 de junio de 2013

EL DESEO DE LO AJENO

Pervierte nuestra mirada, corrompe nuestras acciones, y esconde nuestras intenciones. El deseo de lo ajeno está en la base de nuestras engaños, manipulaciones, y violencias. Nos dificulta seriamente nuestra felicidad, en esa insaciable comparativa, donde lo de los demás siempre nos parece mejor. Este deseo  nos impide aceptar nuestra realidad cotidiana con sus limitaciones, carencias naturales, y valorarlas en su justa medida.
La codicia, el poder, el prestigio,o el éxito sin esfuerzo, nos introducen en atajos y senderos tortuosos, como la envidia, que alimentan vorazmente ese deseo de lo ajeno. En plena crisis tenemos, por desgracia, demasiados ejemplos de personas públicas (políticos , famosos,...) enredadas por ese deseo absurdo por lo ajeno. 
¿El antídoto?... La sencillez de la vida, que nos invita a trabajar cada día desde nuestras potencialidades y desde el compromiso de ofrecer lo mejor de cada uno.  Esa sencillez que nos lleva a esforzarnos por el bien común y que nos permite disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. 
¡Es posible!, es cuestión de caminar en esta dirección, de insistir, de levantarse de las caídas,  y de renovar el empeño, que nos abrirá a una felicidad secreta, cargada de un paz interior, que nos dará fuerzas para afrontar las dificultades de cada día. Gracias.