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sábado, 21 de enero de 2017

PEQUEÑAS LUMINARIAS

Hay personas entre nosotros que son auténticas luminarias. No siempre nos damos cuenta, pero ahí están. Sus vidas han sido fiel reflejo de esa bondad que es pacificadora.Su alegría y sencillez han sido, sin duda, los signos más claros de la presencia  de Dios en su vida.
Así ha sido mi amigo Braulio. Tras ese semblante de niño de casi 70 años, repartió tanto amor como recibió. Han sido muchos encuentros, cumpleaños, celebraciones, y semanas menesianas compartidas.
Dios hace cosas grandes en los sencillos, y en él se despachó a gusto. Nos has educado, Braulio, a prestar atención a lo pequeño, y siempre perdonaste nuestras torpezas. Solo me queda agradecer el gran regalo que ha sido para la Familia Menesiana. En tu cercanía, tu cariño incombustible, y en el como acogías nuestras bromas queda reflejada tu bondad. En tu interés por cada uno de los hermanos que has conocido y por nuestra labor en Hermanos, nos hemos sentido acompañados por ti.
Dios nos regala a todos pequeñas luminarias de su bondad, son muchas, y no siempre las vemos. Hemos de abrir bien los ojos y el corazón para no dejarlas pasar. Y cuando las descubrimos, dar gracias al buen Dios que nos cuida con ellas. ¡Gracias, Braulio!

jueves, 27 de octubre de 2016

¿QUÉ VES?

No se nos olvide que hay otras formas de mirar el mundo en el que estamos. Que no existen lecturas únicas. Y desde donde situemos nuestros pies y nuestro corazón, así será nuestra mirada.
¿Qué ves en la fotografía? Donde la mayoría no verían más que un rostro indeterminado de un indígena, hay quienes vemos más allá, su historia, su vida, sus gestos... Vemos a Benito, un hombre sencillo, dispuesto a poner al servicio de otros aquello que conoce, que acompaña y ofrece lo que tiene, que no es mucho. Un hombre que no aspira acumular, y disfruta del encuentro. 
Bendito seas Padre porque tus cosas se las ha ocultado a los sabios y entendidos, y se las ha dado a conocer a la gente sencilla. 
¿Qué veo? 
Que se nos olvida con mucha facilidad que los últimos será primeros.
Que la felicidad está por los caminos estrechos de la sencillez, el compartir, la gratuidad y el agradecimiento.
Que la esencia de la vida está en nuestro interior, y hemos de procurarnos experiencias que despierten en nosotros la sed de más... de más vida, más sentido, más encuentro, más preguntas, más iniciativas, más sencillez.
¿Dónde tenemos nuestros pies y nuestro corazón? Porque la respuesta a esa pregunta condiciona nuestra mirada, que no será la única posible. Pero si depende de nosotros que sea la más humana. Un abrazo y ánimo.

domingo, 14 de junio de 2015

¿QUÉ NOS PUEDE HACER CRECER?

¿Qué nos impulsa a ofrecer lo mejor de uno mismo? Hay dinámicas que nos encierran en nosotros mismos, como la queja o la competitividad. Y sin embargo, hay otras que nos abren más al mundo y nos despliegan como personas, como el agradecimiento. Ser conscientes de todo lo recibido y agradecerlo a tiempo, nos posibilita devolver al mundo parte de ese bien que recibimos. Como si de una cadena de favores se tratase, el agradecimiento despierte en el ser humano el deseo de hacer el bien. Hacer gestos, ofrecer palabras, dedicar tiempos, compartir espacios, mesa o dinero, ... ¡qué más da!, nos enchufa más a la vida y a compartir la vida.
¿Acaso de la queja, el rechazo, la murmuración o del individualismo se puede esperar algo bueno? Como mucho convertirnos en esas personas que siempre vemos la botella medio vacía, y vemos dificultades y fallos ajenos por todas partes. 
Las situaciones más sencillas en casa, en el trabajo, o con los amigos, se convierten en oportunidades excelentes para descubrir que puedo ofrecer para hacerles la vida más fácil, mejor. Son las pequeñas cosas que hacemos cada día las que nos permiten mejorar el mundo que nos rodea, despertando en nosotros el deseo de aportar y esforzarnos, por devolver a este mundo tanto bien recibido.
Agradecimiento y sencillez son dos claves, que pueden ayudar a conocer y desplegar todo lo bueno que lleva uno dentro. ¡Animo y feliz semana!

domingo, 9 de febrero de 2014

ILUMINAR SIN DESLUMBRAR

Nos encontramos todos los días en los medios, en la calle personas cuyo objetivo es deslumbrar. Despiertan deseos inalcanzables, envidias inconfesables, y más allá de la simpatía o antipatía que contagien, nos vemos atrapados, aunque sea por unos segundos (y para criticar) por ese deslumbramiento de poder, riqueza, belleza, o... Basta una entrega de premios de cine con alfombra roja, ¡por supuesto!,  o un programa de esos llamados "rosa" de máxima audiencia, para ensalivar y estimular nuestras papilas gustativas... Pero al final, nos quedamos igual que estábamos.
¿Hemos tenido la oportunidad de conocer a alguien cuya presencia haya dejado entre nosotros una huella cargada de valoración, paz, y buen rollo?  ¡Vamos!, de las que se echan de menos con facilidad, de las que suman y nunca restan. Son esas personas que sin dar la nota generan buen ambiente y logran hacer brillar a los demás, más que así mismos, sin necesidad de deslumbrar. Son esas personas que son capaces de ver más allá y aportar un estilo alternativo de vivir las relaciones cotidianas.
Cuando pienso en ellas, me viene a la memoria un tal Jesús de Nazaret, que no hizo acepción de personas, que compartió la mesa con los más olvidados y rechazados de su tiempo, buscando ese bien común deseable para todos. En Él podemos aprender a ser luz y sal, y ser para quienes caminan a nuestro lado, auténtica buena noticia.
Quizá para esta tarea sea necesario rescatar algunas actitudes básicas, que nos permitan iluminar sin deslumbrar.
1. La sencillez. No es posible sin pensar en el otro. Tener los oídos atentos y la mirada preparada para percibir las heridas de quienes nos acompañan. Sólo así, seremos capaces de ofrecer, al estilo de Jesús, esa palabra y gesto oportuno. Esta sencillez nos recuerda que los números no son importantes, que impactar no es el objetivo y que tener la razón no siempre construye las relaciones, ni cura las heridas.
2. El optimismo, que nos permite cada día ver la botella medio llena. Implica una mirada selectiva que tiende a fijarse exclusivamente en los aspectos positivos y buenos de la otra persona, de los acontecimientos que nos suceden. Ya sé que hay aspectos negativos y criticables, ¡y muchos!, que no nos gustan y nos producen rechazo. Pero, ¿Acaso centrándonos en ellos lograríamos que él fuera más feliz? Pues es ése el único objetivo que desea Dios para el hombre, que seamos felices. Y es por esa felicidad por la muchos hombres y mujeres están dispuestos a todo, haciendo de nuestro mundo un lugar un poco más habitable.
Cuando conoces a Alguien así, tu vida ya no es igual. Nos aportan una luz y un sentido, que hasta entonces no habíamos imaginado. Así pues, aprendamos a iluminar sin deslumbrar de quienes a nuestro lado, apuestan por vivir así. Gracias.

martes, 29 de octubre de 2013

NOS LO JUGAMOS EN LO PEQUEÑO

Es necesario en cambio de chip, una forma distinta de acercarnos a la realidad que nos permita vivirla con intensidad, con sentido... Es momento de no dejarnos deslumbrar por artificios ni engaños, y apostar por lo pequeño...
Es el tiempo de pasar de...
  • De organizar eventos a proponer experiencias que convocan y provocan...
  • De  hacer actividades, a vivir y compartir aquello que nos apasiona y nos cambia por dentro, ofreciendo horizonte y sentido...
  • De la pomposidad y llamativo, a la intensidad de lo interesante, que suscita preguntas y nos hace pensar, ver más allá...
  • De buscar el éxito a toda costa, a desear y trabajar por el bien común, sabiendo que todos podemos aportar ese gesto y palabra oportuna, en un mundo en el que nos sentimos entrelazados...
  • De la seguridad de nuestros planes, a la intemperie de la confianza en el desconocido, que nos permite acercarnos, experimentar, aprender a tejer esas relaciones cargadas peligrosamente esa gratuidad, que nos recuerda que otro mundo es posible.
Un cambio de mirada al mundo que nos invita a situarnos de una forma más sencilla, profunda y comprometida. Toda una oportunidad de aportar cada día con nuestra forma de estar en nuestro mundo. Gracias.

domingo, 1 de septiembre de 2013

UN PASO A LA SENCILLEZ

Tan acostumbrados como estamos a que nos tengan en cuenta, nos pidan opinión, consejo o permiso,... Nos puede despistar y hacernos creer que lo nuestro es estar en primera fila. Queriendo hilar fino, tendríamos que ser honestos con nosotros mismos y reconocer sin vergüenza, que en ocasiones con nuestros "buenos actos" solo buscamos ser reconocidos y valorados. 
Una invitación del evangelio de hoy (Lc14, 1.7-14) a la sencillez. Superar todo artificio  y superficialidad, dejar atrás toda doblez  y engaño, y experimentar la sencillez como un estilo que puede aportarnos profundidad en lo que hacemos y nos permite estar más atento a todo lo que nos rodea.
Sencillez en nuestras relaciones, es decir, en la manera de estar y de situarnos con las personas. Situarnos de tal manera que nos permita darnos a conocer tal y como somos, y a la vez, valorarlas tal y como son. Esto solo es posible desde una escucha desinteresada y una amistad franca y gratuita, donde apreciamos a las personas no por lo que tienen, sino por quienes son. 
Sencillez en la manera de darnos. Sin prepotencia, ni ostentación, conscientes que la discreción es una forma esencial de respeto a la otra persona. La sencillez en la entrega pasa por esa disposición a ofrecer, no lo que nos sobra, sino a compartir lo que tenemos, considerando al otro, como uno más, como un hermano. Así evitamos todo asistencialismo estúpido, que nada tiene de evangelio.
Apostar por la sencillez, es una forma más de acercarnos a quienes están invitados a los primeros bancos: los pequeños y olvidados, los ninguneados y rechazados. Es en ellos, donde podemos reconocer el rostro de Jesucristo, y aprender que el amor tiene la última palabra.

viernes, 14 de junio de 2013

EL DESEO DE LO AJENO

Pervierte nuestra mirada, corrompe nuestras acciones, y esconde nuestras intenciones. El deseo de lo ajeno está en la base de nuestras engaños, manipulaciones, y violencias. Nos dificulta seriamente nuestra felicidad, en esa insaciable comparativa, donde lo de los demás siempre nos parece mejor. Este deseo  nos impide aceptar nuestra realidad cotidiana con sus limitaciones, carencias naturales, y valorarlas en su justa medida.
La codicia, el poder, el prestigio,o el éxito sin esfuerzo, nos introducen en atajos y senderos tortuosos, como la envidia, que alimentan vorazmente ese deseo de lo ajeno. En plena crisis tenemos, por desgracia, demasiados ejemplos de personas públicas (políticos , famosos,...) enredadas por ese deseo absurdo por lo ajeno. 
¿El antídoto?... La sencillez de la vida, que nos invita a trabajar cada día desde nuestras potencialidades y desde el compromiso de ofrecer lo mejor de cada uno.  Esa sencillez que nos lleva a esforzarnos por el bien común y que nos permite disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. 
¡Es posible!, es cuestión de caminar en esta dirección, de insistir, de levantarse de las caídas,  y de renovar el empeño, que nos abrirá a una felicidad secreta, cargada de un paz interior, que nos dará fuerzas para afrontar las dificultades de cada día. Gracias.

lunes, 15 de octubre de 2012

¡ANTES MUERTOS, QUE SENCILLOS!

Pues nos sé vosotros, pero yo prefiero la vida. Solo la gente sencilla es capaz de rastrear la presencia de Dios en lo cotidiano. La arrogancia, la superficialidad y la pura imagen, o la autosuficiencia, que tanto nos alimentan los medios, se convierten en unos de los principales obstáculos para el encuentro cotidiano con Dios.
Hoy Jesús nos recuerda (Mt 11,25-30) que nuestro Dios, a quien él llama Padre, se pasea por nuestra vida con "zapatillas de casa". No es necesario complicarse la existencia, ni hacer el pino puente... Él sencillamente se da... Basta que cultivemos esa sencillez de corazón que nos permita ver el amor en las pequeñas cosas de cada día... Un desayuno preparado, una mirada oportuna, un perdón ofrecido, un asiento cedido en el metro, .... y mil gestas anónimas más, que nos hablan de ese entramado, casi invisible del amor.
Precisamente son estos sencillos, quienes descargan mejor  en este Dios Padre, sus proyectos y cansancios, sus aciertos y fracasos, aprendiendo a caminar con las alegrías y desconciertos de cada día. Son ellos, quienes se arriesgan y dan ese salto de confianza de vivir en el amor en estos tiempos recios. Por eso son capaces de compartir espacios, rentas, tiempo, y cariño con quienes son más vapuleados por las circunstancias. La sencillez les ayuda a percibir con serenidad ese amor que todo lo habita y en todo momento, mientras otros andamos inquietos y preocupados, ¡en saber que cosas!
Sí, gracias por esa gente sencilla que hablan de Ti sin decir una palabra, sin aburrir  ni adoctrinar... Gracias por quienes son capaces de ofrecer esa amistad sincera, cargada de estima profunda y condescendencia. Sois, precisamente  vosotros/as, quienes podéis ayudarnos a reordenar nuestras prioridades, y a confiar lanzándonos más allá de nuestros miedos. ¡Gracias!