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domingo, 16 de febrero de 2014

¡ESTÁ EN NUESTRAS MANOS!

Así es, ¡está en nuestras manos!, dar un abrazo o patear, elogiar o insultar, ayudar o obstaculizar, ser honrado, o engañar,... Es estúpido pensar que depende de los demás, que son otros los que nos impulsan a...
Está en nuestras manos, es decisión nuestra como nos situamos en nuestras relaciones, en nuestros estudios, trabajos, o frente a este mundo que sufre de heridas múltiples... 
El evangelio de hoy nos recuerda que en ocasiones, para poder vivir a tope, con plenitud es necesario apostar por cambios atrevidos, y renunciar a todo aquello que saca lo peor de cada uno. La prepotencia, la competitividad, el poder, el engaño, la violencia, y todas sus primas hermanas, que ningunean y empequeñecen al ser humano.
Hoy una llamada a sacar lo mejor de nosotros mismos, y recordarnos que podemos ser capitanes de nuestro barco, y optar por el rumbo que nos abra más horizonte y nos permita ofrecer  toda es bondad que llevamos dentro.
Está en nuestra mano saber lo que ofrecemos a quienes comparte camino con nosotros. ¿Tú a qué estás dispuesto? ¡Feliz semana! Gracias.

jueves, 5 de septiembre de 2013

COLGAR LAS BOTAS...

¿Qué pensarán nuestras generaciones futuras de nuestra forma de resolver conflictos? No somos nada originales, y desde luego, muy duros de mollera. No aprendemos de nuestra historia. Es una ingenuidad pensar que la intervención militar en Siria de "los aliados" (que vendrá de lío  ¡digo yo!) vaya aportar algo más, que la simple demostración de fuerza de unas naciones para con otras, ¡como si eso fuera a resolver un conflicto, que esas mismas naciones ha dejado crecer a lo largo de estos dos años.
Está claro que los niveles de tolerancia de la violencia es distinta de unos  y de otros. Unos ponen la barrera en el uso de armas químicas, ¡como si eso pasara todos los días! Otros en cambio, la ponemos en quienes, cada día se enriquecen vendiendo armas, "legales" e ilegales, alimentando esos conflictos que en los despachos parecen preocupar.
¿Cuándo aprenderemos a colgar las botas?¿A lo largo de nuestra historia no ha quedado suficientemente demostrado que las intervenciones militares son un auténtico desastre y que provocan un grave problema humanitario? ¿Quién defiende a las miles de víctimas? 
Podremos justificar, racionalizar, argumentar,... Pero todos sabemos que la violencia genera violencia, y que los caminos, a veces senderos tortuosos, de la Paz se construyen sin ejercer ningún tipo de violencia. ¿Será que el género humano no está preparado para ello? No, sin duda, ¡y gracias a Dios!, antes que nosotros hemos tenido quienes nos han demostrado que esos caminos de paz son transitables, y ¡bienaventurados quienes se comprometen a construirlos y recorrerlos! Gracias

martes, 20 de agosto de 2013

GUERRA YPAZ

Es curioso, pero de nuevo un año más constato que en nuestro maravilloso tiempo vacacional aumentan los conflictos, y no me refiero a Gibraltar, sino a los nuestros más cotidianos, en la orilla de la playa, en la cola del supermercado, a lo largo de paseo marítimo, o en el chiringuito de turno, ¡da igual!, parece que nos cuesta asumir que nuestro tiempo de descanso pueda ser también tiempo de aprendizaje de unos y de otros. Parece que a más convivencia, más oportunidades de conflicto, precisamente  con los nuestros. 
Estos días vacacionales ponen en evidencia en muchas ocasiones lo poco que estamos entrenados a convivir de forma prolongada con quienes realmente nos importan. Parece una contradicción, pero empieza a ser más bien, una evidencia.
¿Qué nos sucede?
Damos demasiado por supuesto, nosotros los adultos, que sabemos gestionar las situaciones inesperadas y conflictivas con éxito. Nada más equívocado, Lenguaje irónico, malas contestaciones, tonos agresivos, amenazas, zarandeos, insultos, silencios castigadores o poner cara de perro... forman parte de los recursos que ponemos en juego en situaciones de crisis... Y por si fuera poco, queremos los hijos aprendan buenos modales y sean tipos competentes para la vida. Más bien creo que se lo ponemos difícil.
¿Qué nos hace falta?
Necesitamos reconocer nuestros propios errores, para poder aprender de ellos y ser capaces de pedir disculpas, a nuestra pareja, a nuestros hijos o amigos... Necesitamos recuperar el perdón como una experiencia sanadora en nuestras relaciones humanas. Ofrecerlo y pedirlo.
Podemos afincarnos en nuestras trincheras en clave de batalla, o podemos apostar por la paz, esa paz construida en el perdón y el diálogo que nos abre la puerta al reconocimiento del otro. ¿No disfrutaremos así, más de nuestro descanso merecido? Gracias.