Buscamos sin buscar, y cuando la encontramos, sobrecoge nuestro interior, sentimos el calor de quien mira sin juzgar, acoge sin esperar, solo mira.
Mira sin violentar, dejando espacio, a la vez estando cerca. No espía, no cotillea, mira con respeto, y entonces, uno se siente contemplado.
Cuando nos miran así, uno se percibe amado. Se despierta el deseo de acercarte al mundo , a las personas que te rodean con esa mirada, a contagiar y extender otra forma de tejer relaciones, de trabajar, de...
La mirada de quien ama, acoge sin esperar nada a cambio, es el arma secreta que desarma, que acorta distancias y sana las heridas. Gracias, Borja.
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