lunes, 13 de diciembre de 2010

SABER ESPERAR...

Todo un arte. Sin cansarte ni desesperarte. Como quien sabe que si, aunque los demás digan que no. Aprender a esperar.
Tema 1: Confía 
No es tema fácil, en la mayoría de los casos pedimos datos, resultados, seguridades,... este tema nos introduce en el misterioso campo de lo que no podemos (ni tenemos) controlar. Fiarme-con, supone no pedir carta de presentación, ni de recomendación, implica apostar por caballo perdedor, por quien no me ofrece ninguna garantía,... ¿Qué mérito tiene fiarme de quien sé que nunca falla? ... que alegría despiertas en esa persona de quien te fías así, ¡es alucinante ver su rostro!, perplejo, entre asombrado y sobrecogido... (pensando está enfermo...) ¡Confía!, pero de verdad, sin red de seguridad, sin carta debajo de la manga, sin plan "b",... y si sale mal ... nos toca fastidiarnos. Es el riesgo de los que confían. No siempre sale bien. Pero cuando sale bien...
Este tema tiene un apartado especial. Es una unidad de refuerzo. Se llama: Confía en ti mismo. Corremos el riesgo de dar este tema por sabido, pero conviene que no lo demos por su puesto, y le prestemos atención. Practicar algunos de sus ejercicios es importante: de tus errores aprendes, acéptate como eres, ...
El que confía abre la puerta a la espera, una espera con sentido, capaz de cambiar a uno mismo y lo que nos rodea. 
Tema 2: Paciencia
Esa capacidad que tenemos de soportar, aguantar, sostener  o mantener ... nos convertimos en pilares, apoyos para quien lo necesita. Sacar fuerza de flaqueza, con el fin de levantar al caído, aunque ese caído sea uno mismo. Solo nosotros tropezamos dos veces con la misma piedra. La paciencia requiere esa gimnasia de aprender a levantarse una y otra vez, sobreponerse a las dificultades los malos momentos, y descubrir que siempre hay un motivo por el que luchar, alguien o Alguien que nos hace mirar más allá. ¡Los pacientes!, esos también saben de esperar.
Tema 3: La heridas se curan
Este tema es avanzado. Requiere atención a uno mismo y profundo respeto. Pueden tardar más o menos tiempo, pero las heridas cicatrizan y van sanando. Solo es necesario usar los ungüentos necesarios. El aceite de la ternura con uno mismo y los demás, o el de la escucha atenta, o el del perdón, que nunca es tarde. Es necesario preguntarse que aceite debo aplicar, que puede aliviarme o aliviar al herido. Y ¡como no!, una buena venda, limpia y bien ajustada. La de la sinceridad, o la del apoyo honesto, o la venda de la aceptación de tal como eres,...
Reconocer que las heridas se curan, nos recuerda que merece la pena esperar, que todo tiene su tiempo, y las prisas nunca fueron buenas consejeras.
Aprender a esperar. Una oportunidad a ser uno mismo con lo que nos toca vivir cada día. Descubriendo en ellas la mano invisible de Quien nos regala la vida cada día. Gracias.

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