martes, 14 de diciembre de 2010

MÁS AUTÉNTICOS

Una búsqueda que nos hace crecer. Los que reconocen sus errores, sin preocuparse tanto por su imagen, son  unos valientes iniciadores de este camino, intrincado y no siempre fácil, hacia la autenticidad.
¿Auténticos? Los que no cuentan las veces que se caen, sino las se levantan, porque reconocen que la dignidad de cada uno nace de dentro. Esto hace que no les resulte difícil tender la mano a quien tienen al lado o aprender de sus propios errores.
¿Auténticos? Los que perciben sus propias incoherencias y contradicciones... las ponen nombre y las comparten, porque reconocen que forman parte de su humanidad. Ellos son los que piden perdón y los que son capaces de perdonarse así mismos. Son los que confían en la misericordia de un Dios, que ama la vida como es, con sus límites. Ellos experimentan en esa misericordia, esa fuerza que reconstruye a la persona desde sus bajos fondos y cloacas.
¿Auténticos? No son los que dicen todo lo que piensan, pues en ocasiones hay que saber callar, sino los que son lo que dicen ser. Son los que acompañan con su actos, con su estilo cada día, aportando ese grano de bondad necesaria. Tipos trasparentes, que dejan ver sus imperfecciones.
¡Auténticos!, éstos, los sencillos, los que se saben prescindibles, pero comprometidos con ellos mismos y con aquellos que  se reconocen en camino, haciéndose, en proceso.
Son ellos, los auténticos, los que nos llevan la delantera, y nos enseñan como enfrentarse a la vida, a la vida imperfecta de cada día, con sentido y libertad, la libertad de sabernos hijos de un mismo Padre y hermanos entre todos.

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