sábado, 15 de enero de 2011

RECUPERAR LA MIRADA

Lo que nos dice la experiencia es que ante un mismo hecho o persona no todos vemos lo mismo. Donde todos ven en un tal Mateo un indeseable, vendido a los romanos, cobrando impuestos a sus paisanos; Jesús de Nazaret ve en él un posible discípulo... y le invita (Mc 2,13s.).
Quizá tengamos que reconocer que nos acercamos a nuestra realidad cotidiana con una mirada un poco defensiva, desconfiada y enjuiciadora. Como queriendo escanear la realidad y así evitar más "heridas de guerra".
Es necesario, quizá hasta urgente, recuperar una mirada a mi mismo, a los demás, al mundo, más reconciliada, profunda y serena. Es posible que ejercitar una mirada así, nos permita percibir la realidad con otros tonos, y descubrir aquello, que nuestros prejuicios no nos dejan ver muy a menudo.
Que gran ejercicio de vida dejarse mirar, sin poner barreras, sin la necesidad de disimular ("mirando a otro lado"), siendo uno mismo y sin imponerse roles. Y más hermoso mirar al otro, sin intimidar, pidiendo permiso, respetando y acogiendo y admirando lo que del otro uno va descubriendo. Eso es sanador.
Jesús es el gran maestro de la mirada. De Él podemos aprender. Él nos recuerda que no hay nada que no pueda sanarse. Su primer gesto de amor, es la mirada que nos regala a cada uno, acogiendo los que somos, con todas nuestras imperfecciones y miserias. Una mirada que nos invita a sabernos perdonar a nosotros mismos, y nos anima a lazar al mundo esa mirada condescendiente capaz de rastrear cualquier signo de bondad en la oscuridad más profunda. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario