lunes, 28 de marzo de 2011

LA SORPRESA DE DIOS...

Estamos demasiados embotados por "nuestros asuntos", ensimismados por nuestras preocupaciones, pasmados, despistados,... quizá desorientados, perdidos, como para darnos cuenta de la vida que pasa delante de nuestras narices, incluso en tiempos difíciles.
¿Cómo gestionar todas estas torpezas propias y ajenas? Hay quienes en un ataque de "dignidad" se dedica a ejercicios de maquillaje, que tan buenos resultados da a corto plazo. Un poquito por aquí, y otro poquito por allá, ¡y aquí no pasa nada! Disimular, fingir, ocultar, ... son tareas arduas que desgastan a la persona interiormente, que le comen mucha de su energía, que podía orientarse de forma más positiva. ¡Antes muerta que sencilla!, y así es, muerte en vida, una vida hueca, sin sentido que no nos deja mirar de freten, no afrontar con esperanza esas situaciones que nos acogotan.
Pero también hay quienes ante sus torpezas, aunque  no nos gusten reconocerlas, nos damos la oportunidad de aprender de ellas. Requiere, por un lado, la sencillez y sensatez de saberse limitados, frágiles, caminando con nuestras cojeras, y por otro, la apertura de mente y corazón para acoger y confiar en todo lo bueno que nos viene inesperadamente, agradeciendo también en tiempo de crisis.
En este caminar cotidiano de aventuras y desventuras, dos propuestas que nos ayudará a descubrirnos acompañados y Acompañados:
1. Compartir lo poco que somos y tenemos. No hay lecciones que dar. Hay vida que compartir, con sus luces y sombras. Aprender a dar, ¡sí!, en época de crisis, ¡dar!Salir de uno mismo, de las penas y dificultades, y mirar a la cara al otro, al distinto a mí, y ofrecerle lo que soy y tengo, para crear esa sinergia positiva que nos haga creíble y visible, que con ayuda mutua es posible salir del atolladero, por muy atolladero que sea. ¡Contigo puedo!
2. Apostar por lo sencillo. Superar nuestro orgullo, vencer nuestros aires de grandeza, y ser capaces de comprometerme por lo sencillo, lo evidente, lo que el sentido común muchas veces nos pone en el corazón, pero lo ignoramos, nos resistimos, porque nos parece humillante. Pedir disculpas, reconocer los errores y bloqueos, asumir las consecuencias, reponer el daño causado, ofrecer la mano, devolver la mirada, favorecer el diálogo, ... gestos que ensanchan nuestro corazón, que sanan nuestras heridas, que limpian nuestra mirada, a nosotros, a los demás y al mundo en el nos movemos.
La sorpresa  de Dios, irrumpe en nuestro día, no para agradar, sino para plenificar, dar sentido,  acompañar nuestras idas  y venidas, nuestros miedos y huidas y susurrarnos al oído, tu eres mi hijo/a en ti me complazco. Gracias.   

3 comentarios:

  1. Ayer descubrí el dato: el 95% de los blogs de la red están inactivos. Gracias por esas pildoras diarias de com-pasión. Sé que llevan trabajo.

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  2. Natxo, me ha encantado esa última entrada. GRacias por "compartir con sencillez" lo que te es dado, lo que te es comunicado.Un fuerte abrazo.

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  3. Todos de una u otra manera sembrando, dando estrechando lazos, a pesar de las dolencias, ¿verdad?, generosas, continuas, como gotas de agua...Gracias a vosotros, Javi y Elena por compartir...

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