Ver la película "Mi nombre es Khan", es una procación a quienes piensen que el amor ya no es posible. Es recordarnos que la entrega se gesta en sencillos gestos, lazos que nos hacen ser lo que somos, y darnos como somos.
Ser capaces de ofrecer,eso mismo, lo que somos, y hacerlo con amor, forma parte de esa empresa noble de dar vida en aquellos lugares donde más se necesita, y con quien más se necesita. Es como si tuviéramos en gps, que nos va llevando, si nos dejamos, a esos lugares donde más luz hace falta. Sólo quienes apuesta y arriesgan amando, encuentran ese amor por el que merece la pena darlo todo.
Una película que nos enfrenta a la simplicidad del amor, que no diferencia entre religiones, ni entre razas. Un amor que no entiende de barreras, pues solo busca darse. Nos enfrenta a pequeñas verdades que nos ayudan a descubrir que solo podemos diferenciar dos tipos de personas, las buenas que buscan el bien para los demás, y la malas que solo buscan hacer el mal. ¿Qué somos capaces de hacer por amor?
Así de nuevo, nos encontramos con la paradoja más evidente, quien más da, más tiene. Esta es la clave de una vida de entrega. No tiene sentido reservarse, sino más bien apasionarse por aquello, o mejor Aquél , que nos cogió el corazón.
Hoy en la noche de Viernes Santo, hacemos memoria de esa gran bendición que Dios hace a la humanidad en Jesús, que nos recuerda que una vida entregada con sentido, da vida y vida en abundancia. Vean la película y Gracias.
Hoy en la noche de Viernes Santo, hacemos memoria de esa gran bendición que Dios hace a la humanidad en Jesús, que nos recuerda que una vida entregada con sentido, da vida y vida en abundancia. Vean la película y Gracias.
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