miércoles, 29 de agosto de 2012

ARCHIPIÉLAGO HUMANO...

Cuántas palabras dejamos sin decir, cuántos gestos guardados sin expresar, cuántos sentimientos sin compartir... Podemos estar rodeados de gente y sentirnos solos, absolutamente solos, como abandonados por la vida, pensando que no importamos a nadie... 
¿Acaso estamos condenados a la soledad? En una sociedad tan altamente conectada (salvo fallos de cobertura), donde la información corre al galope, donde podemos compartir fotos al instante, mensajes no más de 140 caracteres (en twiter), ... me pregunto ¿No habita en nuestro interior un deseo más profundo de una comunicación más plena?
Tenemos algo de islas, queremos reafirmarnos en nuestra autosuficiencia, en ser los propios gestores de nuestra existencia, y a la vez, experimentamos ese vacío incómodo, que nos recuerda que necesitamos del otro, y porqué no, del Otro con mayúsculas.
Es el momento de los encuentros, de fomentar el diálogo, como esa forma de crear puentes entre unos y otros. Es la ocasión de fomentar la escucha atenta, y a la vez, el compartir de todos esos deseos, proyectos, inquietudes, miedos, certezas,... que llevamos dentro y no hemos sabido o podido transmitir. Es necesario a aprender a reducir distancias y crear lazos que hagan posible esos encuentros más plenos. Entrenar ese diálogo que nos permita el conocimiento del otro, y reconocernos en el otro.
Nos queda mucho por descubrir de uno mismo, de quienes tenemos cerca y consideramos conocidos, y de quienes, sin conocerlos, hemos decido no aprender.
No estamos condenados a la soledad, establecer nuestras relaciones tiene mucho de opción, de decisión, de apuesta. Somos seres perfectamente capaces de establecer puentes, romper muros, y arriesgar sin la necesidad de tenerlo todos claro.
Hoy una invitación a no tirar la toalla, y a saborearnos como seres en relación, reconociendo esos rostros, gestos y palabras que nos son regaladas, y que sin duda, también regalamos. Un saludo y gracias

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