Cada vez que nos tomamos en serio, que nos damos un respiro y somos capaces de frenar, que nos damos la oportunidad de pensar, que nos regalamos espacios para el diálogo, o tenemos la humildad suficiente para aprender de nuestros errores, cada vez que nos abrimos al Otro con una sencilla oración que sale de nuestro interior, de nuestras entrañas mismas,... Hacemos realidad nuestro momento.
Esa infinidad de gestos cotidianos que nos pueden sacar de una rutina demoledora y superar ese dicho poco afortunado que nos susurra "no hay nada nuevo bajo el sol".
Finalizan nuestras vacaciones, y es hora de retomar nuestras actividades cotidianas, en casa, en el trabajo, ... Es nuestro momento, una oportunidad para reaprender o desaprender, quien sabe. Una oportunidad para retomar intuiciones, afinar la mirada, desempolvar nuestros principios o revisar nuestros pilares en los que deseamos apoyarnos. Puede ser también, ¿porqué no?, una oportunidad para no renunciar a esa búsqueda honesta de aquello o Aquél que puede aportar sentido a lo que tenemos entre manos.
Es nuestro momento, ¡ánimo!, siempre cuesta recomenzar, pero cuesta menos cuando sabemos que no es necesario fingir, ni disimular, que no es necesario aparentar ni ocultar, y que podemos ganar poco a poco en autenticidad, siendo nosotros mismos, deseando aprender, y dispuestos a hacer ese esfuerzo necesario para dar sentido a lo que hacemos. ¡Feliz semana y ánimo en la búsqueda!
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