Esta noche quiero hacer presente al grupo de jóvenes de 4º de la ESO del Colegio San José de Nanclares de la Oca (Álava). Ellos me han recordado que la vida de cada uno de nosotros es sagrada... En medio de una extraña mezcla de nudos y lazos en los que uno se ve enredado. Un entramado de relaciones, que unas veces hieren o sanan y otras bloquean o alivian, parecen que confabulan para ponernos las cosas más difíciles de lo que son realmente. Ahora bién, no por ello nuestras vidas son menos sagradas. Nos queda aprender a caminar a tientas, aceptando los avatares de la vida, con sus caídas y heridas. Y quizá lo más importante, aprender de nuestros propios errores, dejando que la humildad nos haga más grandes por dentro y esponje nuestro corazón, sin la necesidad de autocastigarnos, ni vivir tras la máscara del ocultamiento (¡a sufrir toca en silencio!)
Pero cada uno de vosotros sois sagrados para Dios, ¡no lo dudéis!
Por cada joven que sufre en silencio, acallando penas y miedos.
Por cada joven que llora una ausencia, una ruptura, para él siempre inexplicable.
Por cada joven que piensa que no hay salida, nada nuevo bajo el sol, desconfiando del cambio que llama a nuestra puerta interior.
Por cada uno de ellos quisiera decir:
- Una palabra de ánimo: "Se puede reparar"
- Un gesto de alivio: un abrazo gratis
- Una presencia oportuna y a tiempo: un encuentro casual o no como el de hoy.
Y así, poder recordarnos que nunca estamos solos, y que somos cuidados por es amor secreto de Dios, que se oculta en rostros y en tiempos, en gestos y presencias, que son ese "celo" oportuno, que aunque arrugue "el papel de la vida", ¡qué coño, la arruga es bella!
Hoy termino como muchos días, pero más, dando las gracias por cada uno los jóvenes que se atreven a seguir para delante. Un abrazo a cada uno/a.
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