martes, 23 de abril de 2013

ACOMPAÑADOS Y ACOMPAÑANDO...

Una manera de entender la vida, de situarse en ella. Habrá quienes prefieren ir a su bola, a su aire, quienes prefieren no entrelazar sus vidas con nadie, e incluso quienes se sienten incómodos cuando alguien se preocupa por ellos, y les preguntan o se interesan por ellos.
Mi experiencia es otra. Me considero un tipo afortunado porque de siempre me he reconocido acompañado, he tenido la oportunidad de experimentar lo que significa que alguien cuide de ti, vele por ti y esté pendiente de ti. 
Hermosa imagen la del buen pastor, este hombre sencillo que sabe caminar por la vida al ritmo de sus ovejas, parando en los buenos pastos y muy pendiente de no perder ninguna de ellas. El pastor, quien a pesar de su soledad, se sabe uno con su rebaño y las conoce a todas por su nombre (¡pero si a mí me parecen todas igual!). El buen pastor que asume las inclemencias, los vientos recios y el sol sofocante, pero nunca abandona a sus ovejas. Es quien sabe indicar el camino, y a la vez, quien sabe salirse del mismo camino. Es quien sabe acompañar por los senderos estrechos, que otros muchos nos se atreven, de la soledad, el sufrimiento, el fracaso o el desprecio.Y en los días oscuros, cuando la niebla no deja más que intuir el camino, ahí está su cayado, cuyo sonido como si de una barita mágica se tratase, nos orienta en medio de la noche.
Sabernos acompañados es todo un descubrimiento, que se afianza con nuestra confianza en quienes tenemos a nuestro lado. Más hermoso todavía es, ofrecer lo mejor de uno para acompañar a otros en el camino. Vivir esa experiencia de entrega cotidiana en la que vas escuchado, y contemplando a quienes caminan contigo, confiando y compartiendo parte de sus vidas. En esos momentos somos capaces de descubrir todo lo que el otro tiene de sagrado, sintiendo el peso de la responsabilidad y el cariño que requiere acompañar a quienes te lo piden.
El buen pastor, que como nos anima  el Papa Francisco, debe oler a oveja, y como lo hizo Jesús de Nazaret, compartir caminos, gestos, presencias, servicios, que sepan expresar ese amor de Dios a cada una de sus criaturas. Gracias

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