Foto de Xabi Segurola |
En ocasiones, la noche se nos puede hacer más larga de lo normal, los cansancios más pesados de lo que esperábamos, o las heridas más profundas de lo que uno pensaba... Son esos momentos en los que el desánimo campa a sus anchas y nos arrastra al abandono de esfuerzos, a la queja amarga, o a encerrarnos en nuestros campamentos de invierno. Nos invaden pensamientos de duda, ¡no hay nada que hacer!, y nos escondemos en la crítica desencantada, como estando de vuelta de todo... ¿Podemos salir de ésta?¿Qué podemos hacer?
1. Empuja la barca y ponte manos a la obra. Debemos aprender a mantener los esfuerzos también en la noche. Nos hace falta fe, ese salto de confianza que nos recuerda que estamos en manos de Otro, pero a la vez, sabiendo que mi esfuerzo es necesario. Esa fe que nos impulse nuevos intentos , iniciativas atrevidas, sin dejarnos atrapar por los resultados... Éstos son de quienes, libres de miedos y prejuicios, confían y se atreven a echar las redes al otro lado de la barca.
2. Involucra a quienes comparten contigo búsquedas, deseos y proyecto. No tenemos porque caminar solos, los fuertes pueden tirar de los débiles, los más animados prestar aliento, y quienes se sientan sin fuerzas, dejarse ayudar y agarrar la mano tendida del compañero de camino. Se puede caminar juntos en la noche. Es cierto que es más fácil abandonarse en el camino, ¿pero acaso así tendrás más y mejor vida?
3. Estate atento a la vida que se nos regala. En momentos de aprieto es más importante cuidar esa mirada de fe, que nos permita ver con hondura y esperanza la vida cotidiana. Esa mirada de fe que nos permita reconocer a Jesús en esa palabras oportunas, en esos gestos compasivos, en la mirada amable o en ese servicio necesario. Son esos gestos que nos aportan alegría también en la noche y despiertan la confianza en uno mismo, en los demás y en Dios.
Nos es necesario fortalecer nuestra fe, con oración, con escucha de la Palabra y con el atrevimiento de hacer presente y repetir con confianza los mismos gestos de Jesucristo. No es una cuestión de voluntad,ni fuerza, ni de perfección, sino es cuestión de amor, "¿me amas?" Sin duda, una respuesta de amor en la misma medida, nos devolverá una mirada más amable y humana al mundo. Gracias y ánimo en la nueva semana.
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