Todo lo humano tiene algo de sagrado, algo de Dios. Nuestras vidas, nuestras historias con sus idas venidas, con sus luces y sobras, tienen esas semillas de la presencia de Dios. Gracias a Jesucristo, podemos afirmar que no hay mejor templo que el propio hombre. El mejor lugar de encuentro don Dios es el hermano, a quien vemos y tocamos, que nos acompaña en lo cotidiano.
El amor de Dios se hizo , en Jesús, todo debilidad, para que pudiera ser alcanzado y abrazado por cada uno de nosotros. Un amor así, necesita del gesto y de la palabra, que renueve y actualice cada día ese abrazo del Padre y que nos regala cada día.
No hay mejor forma de amar a Dios, que amar lo humano. Gracias y disfruta del enlace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario