lunes, 2 de diciembre de 2013

TU PALABRA ME BASTA...

Hay quienes no necesitan más. No fuerzan situaciones, no piden pruebas raras de fidelidad, no ponen a prueba, no sospechan, ni juzgan... Sencillamente confían en esa palabra sincera y sentida.
Cuando la palabra está más devaluada y desgastada, cuando la palabrería llena de promesas falsas nuestros mensajes, alimentando la doblez y el engaño... Viene bien recordarnos que no todas las palabras son pronunciadas igual, ni tienen el mismo peso.
Nos encontramos con personas que sus actos, su gestos y su mirada, acompañan sus palabras, ¡van todas a una! Son esas personas que cuando dicen algo, les sale de dentro y como si de una sinfonía se tratase, todo su ser acompaña su palabra pronunciada. Así anduvo Jesús por los caminos de Galilea, despertando corazones, alentando esfuerzos, aliviando heridas, antes incurables.
Hay palabras que despiertan la confianza como un volcán, que nos empujan a darlo todo, al estilo de Zaqueo... Y palabras que serenan nuestro interior ofreciendo tanta paz, que despiertan esa fe que tanto necesitamos las personas, al estilo del Centurión (Mt 8,5-11).
Estas palabras son pronunciadas en marcha, en el camino de la vida, son palabras que saben escuchar y también esperar ese momento oportuno. No se dejan encerrar en despachos  ni en discursos altivos,... Sino que se dejan acompañar de gestos y miradas, que alientan la esperanza... Una palabra así bastaría para iniciar caminos, levantarse de caídas, alentar la entrega, y despertar la confianza.
La confianza, los ojos de quienes no vemos, de quienes no tenemos seguridades, de quienes creen que no pueden,... Y sin embargo, nos lleva a nuestro destino. Gracias

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