En la amistad definitiva de Jesús de Nazaret al ser humano, hoy, podemos descubrirnos habitados por un profundo amor, que nos recuerda:
- Que no hay tristeza que no pueda ser consolada.
- Que no hay cansancio que no pueda encontrar su tregua.
- Que no hay no hay soledad que no pueda ser acompañada.
- Que no hay desasosiego que no encuentre su calma.
- Que no hay sequedad que no pueda ser regada.
- Que no hay pecado que no pueda alcanzar su perdón.
- Ni tampoco hay oscuridad que no pueda ser iluminada.
Su amor es regalado a manos llenas, a todos aquellos que quieren dejar espacio a su aliento de Vida. Basta dejarnos amar, dejarnos abrazar en nuestra fragilidad, en nuestra humanidad por su amistad definitiva. Su Espíritu, amor incondicional, nos hace buenos, más allá de nuestras sobras y pequeñeces, su amor despliega en cada uno de nosotros lo mejor, lo bueno y más humano que llevamos dentro: nuestra capacidad de amar, a su manera, con su estilo:
Abrazando la debilidad ajena,
curando heridas viejas,
acogiendo a la persona entera,
sirviendo a quien menos lo espera,
ofreciendo amistad sincera.
A tu manera.
¡Feliz Pentecostés a todos! Estamos llamados a brillar, a ser testigos de su amor que se regala sin límites. Su Espíritu nos hace buenos, basta dejar espacio, y desear en lo profundo de cada uno, su Espíritu de amor. Buena semana a todos.
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