En medio de esta campaña electoral, donde la principal tarjeta de presentación es desacreditar al contrario y torcer la realidad, en el mejor de los casos, para captar nuestro voto; resulta urgente esa recomendación del evangelio de hoy: aventar la parva, para quedarnos con el grano, lo esencial.
Soy de ciudad, pero a pesar de ello, hay imágenes de campo que me resultan muy inspiradoras. "Aventar", echar al viento, y así separar el grano de la paja. Sabernos quedar con lo esencial, con lo que realmente merece la pena. Precisamente en un momento donde lo superficial es lo que manda, donde la primera imagen es lo que cuenta, y donde ese ejercicio de nuestros mayores, de saber separar para distinguir, se está olvidando.
Hoy más que nunca hemos de aprender a distinguir, profundizar, y buscar estrategias que nos ayuden a saber diferenciar entre lo esencial y lo superfluo.
Al final, la poca catadura ética y social de nuestros políticos, se puede medir en el contenido de sus mensajes repetidos una y mil veces en entrevistas, mítines y debates, que torturan nuestros oídos, y nos embotan con la mierda que se echan unos y otros.
Se echa de menos un lenguaje más sencillo, con propuestas claras y realmente alternativas, que hagan visible que las cosas se pueden hacer de otra manera, apostando por ese bien común.
"¿Qué podemos hacer?" le preguntaban a Juan Bautista... Y el tipo nos ofrece tres claves, ¡qué ya me gustaría a mi que formaran parte de nuestros programas electorales!
1. Compartir. Nos guste o no, el trato con justicia nos exige un esfuerzo real y comprometido de los que más tenemos, hacia quienes más lo necesitan. El compartir puede ser ese milagro cotidiano que devuelva la dignidad y humanice nuestras relaciones. Proponer dinámicas capaces de sumar a todos aquellos que estamos dispuestos a arrimar el hombro, asumir esfuerzos, a ofrecer recursos en favor de quienes peor lo pasan. Y dejar de hacer demagogia y mítines baratos para despistar a personal.
2. No exigir más de la cuenta. Esto implica una opción clara y decidida por quienes peor lo están pasando. Cuando las cosas vienen mal dadas, cuando las crisis nos aprieta, cuando estamos en dificultad, no es legítimo, ni ético, cargar el peso en la parte más débil. Esto implica ponerse al lado de quienes sufren el paro de larga duración, de quienes llevan años sufriendo los desahucios, de tantas familias que no llegan a final de mes. Esto no es posible, sin que aquellos que mejor estamos, arrimemos el hombro, y nos achuchemos en favor de quienes peor lo pasan.
3. No engañar, ni extorsionar. Debemos de dejar de mirar a otro lado. No permitir que nuestros servidores públicos se enriquezcan (aunque sea legalmente) a costa de los esfuerzos de quienes peor están. Tiempo de tomar decisiones y lleva acabo acciones claras, que combatan la corrupción. Los ciudadanos no solo necesitamos que asuman responsabilidades y pidan disculpas (¡cosa que todavía no han hecho!), sino que se tomen medidas reponedoras que luchen contra esta corrupción institucionalizada. Fortalecimiento de la justicia y dotarlas de más medios para luchar la corrupción, el dinero recuperado emplearlo en causa sociales, ... Dejar de utilizar esta corrupción como arma arrojadiza, y asumir más con humildad los errores y proponer una forma mejor de hacer las cosas. ¡Cuántas promesas incumplidas! Los programas electorales lo aguantan todo, pero quienes no lo aguantan todo, son tantas personas hartas de sufrir el olvido.
Aventemos tantas palabras dichas, separemos lo esencial de lo superficial, distingamos los intereses personales y búsqueda de poder, con quienes busquen de verdad el bien común.
Tiempo de discernir y buscar juntos ese Bien Común. Gracias y feliz semana.
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