lunes, 24 de octubre de 2016

¡AQUÍ Y AHORA!

En tantas ocasiones nos vemos atrapados entre la tristeza o rabia y el miedo de una manera tonta, sintiéndonos atrapados en una rutina que nos empequeñece.
Una tristeza (y su otra cara la Rabia) que nos hace mirar a nuestro pasado con impotencia y resentimiento dificultándonos aprender de nuestros errores. Y un miedo que nos impulsa a adelantar las consecuencias de sucesos  que todavía no han pasado. Y ambas, nos hacen vivir encogidos e incapacitados para vivir con intensidad y profundidad nuestro presente, "nuestro aquí y ahora".
Esta dinámica interior nos pone muy difícil interpretar lo que nos rodea, pues no nos deja estar donde más necesitamos estar, enraizados en nuestro presente. Para vivir con intensidad y de forma más liberadora compartir alguna clave que nos puede ayudar.
1. Acepta. Tenemos diferentes formas de enfrentarnos a aquello que no nos gusta de nuestro pasado, aunque sea reciente. Lo negamos, haciéndonos los tontos como si no hubiese pasado. Acumulamos y lo guardamos en nuestro "cofre" particular, que acaba convirtiéndose en una olla exprés,... Pero también podemos aceptar, y mirar con más condescendencia nuestra historia personal, aprendiendo de nuestros errores y asumiendo la responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias. Este ejercicio, no siempre fácil pero es profundamente liberador. No se trata de un conformismo simplón, sino acoger la propia realidad con todas sus aristas y aprender a perdonarnos a nosotros mismos. Es esto lo que nos lleva a experimentar el perdón de Dios.  Esta paz de la aceptación es la que nos impulsa a asumir la responsabilidad de nuestros actos y nos enraíza en el presenta, impulsándonos  a tomar iniciativas que profundamente renovadoras. Todo este proceso no es automático, necesita su tiempo, y darnos tiempo es un signo de respeto a nosotros mismos.
2. Confía. El miedo nos paraliza y nos mete en vena la desconfianza. Nos lanza mensajes internos negativos que dificulta seriamente intentar nuevas cosas. Hemos de dejar de adelantar consecuencias de sucesos que todavía no han pasado, y la mejor forma es estimular en nosotros la confianza en uno mismo y en los demás. ¿Cómo? Acogiendo nuestra fragilidad con normalidad, reconociendo que no estamos solos (Dios nunca da la espalda al ser humano), sabiendo pedir ayuda y cultivando unas relaciones gratuitas y recíprocas, de igual a igual. Cuando aprendemos a recibir y a dar, cuando contemplamos y nos admiramos de lo que nos rodea, educamos nuestra confianza... Y el signo más claro es que nos descubrimos como seres básicamente amados, y se despierta en nosotros el agradecimiento. Esto también nos enraíza en el presente.
"Aquí y ahora", no recuerda  que podemos superar tristezas y miedos viviendo con profundidad y atención nuestro presente. Ánimo y gracias.

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