viernes, 14 de octubre de 2011

SAGRADO DERECHO A INDIGNARSE...

Mañana 15 de octubre, sin la necesidad de la confabulación de las estrellas, miles de de ciudadanos saldrán a la calle para alzar una voz, que no estamos acostumbrados a oír. La voz de quienes no obstentan el poder, sino más bien, lo soportan en sus múltiples perversiones.
Esto me recuerda, que si a alguien hemos de temer, es a quienes son capaces de provocar el mal y generar el sufrimiento a sus semejantes, y más cuando éste, se esconde bajo un barniz de legalidad favorecido por las instituciones que lideran la sociedad. ¿Cómo no va ser legítimo salir a la calle y alzar la voz por los miles, millones, de ciudadanos que sobreviven en nuestro planeta?
Indignarse es un sagrado derecho, que nos recuerda que somos seres libres, sensibles, solidarios con el género humano. Sí, sagrado, pues no hay nada más sagrado que la vida humana, que parece, que según en que parte del mapa hayas nacido, para algunos no vale igual.
Mañana por desgracia no podré salir a la calle, pero amiga Cristina, unámonos a esta cadena de indignación desde los ámbitos cotidianos, también pasado mañana, y al otro,... rompamos con mediocridad de los conformistas y busquemos espacios de reflexión, compartir, buscar y comprometerse en favor de quienes en plena crisis les toca la peor parte. Por desgracia, nuestros gobernantes están muy ocupados en ganar unas elecciones, como si eso fuera a cambiar el reparto del pastel.
Es tiempo de una ciudadanía responsable y pacífica, capaz de recordar a sus gobernantes, que hace tiempo sobrepasaron el nivel de tolerancia de corrupción, privilegios y abuso de poder.
Ya nos recordaba el Concilio Vaticano II, que el Espíritu Santo, ese aliento de Vida y Justicia, sopla y van donde quiere. Los cristianos de bien, hemos de afinar la mirada del corazón, para que nos ayude a reconocer ese Aliento, en los esfuerzos y compromisos de miles de personas que acompañan esta sagrada indignación. Mañana, saldré, de corazón, aunque no pueda salir a la calle... saldré a la red. Gracias a quienes mantienen la esperanza de que las cosas, podrían ser de otra manera.

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