Gestos de amor de los que podemos aprender, sin importarnos de quien venga. Creernos por un momento, que el amor es lo único que cuenta, quizá lo más universal que pueda unir a personas diferentes, distanciadas o tal vez olvidadas. El amor esa arma secreta, que está siempre a mano, aunque en ocasiones duela.
Al final de la vida, ¿cuánto habremos amado?¿a quiénes?... No será relevante nuestras horas de oración, ni número de misas, ni el cumplimiento de normas... Solo el amor derramado, o desparramado, porque el guardado no cuenta.
No nos compliquemos, no hace falta grandes filosofías ni teologías, el amor es sencillo, que no fácil, y como no puede ser de otra manera de quien mejor se aprende es de los pequeños.
Al final del día, sobrecogido por el respeto y delicadeza con la que los jóvenes del encuentro de hoy se han tratado, no puedo menos que recordarme, que permanecer en el amor, aún hoy, es posible. Aprendamos y renovemos esos gestos que lo hacen presente cada día. Así crece el reino, en lo oculto, como la levadura en la masa. Así pues, ama y haz lo que quieras, ¡pero ama de verdad! Gracias.
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