Creer en la resurrección es creer en la pura debilidad. Un amor capaz de abrazar la oscuridad más honda del ser humano, la tuya y la mía también. Es compartir la certeza de un Dios que tiende la mano permanentemente a lo más débil y olvidado de la humanidad. Es apostar por comprometer nuestras vidas en repetir esos gestos que visibilicen un amor que no entiende de medidas, el de Jesús de Nazaret.
¿Salvados? ¿De qué?
De nosotros mismos, de creernos el centro del mundo, de sentirnos indispensables, de pensar que soy el único que piensa, de creer que soy el sistema universal de las medidas de todas las cosas... También decepciono, fracaso, manipulo, me impongo, hago daño, incluso a gente que quiero... Y su Amor me recuerda que no estoy llamado a ser perfecto, sino a caminar aceptando mi pura debilidad. ¡Feliz Pascua!, su amor es una continua invitación a levantarme cada día, aceptar mis fragilidades y las ajenas, aprender de mis errores, y ser testigo de su Bondad.
De nuestra indiferencia y pasividad. Dejamos que la la rutina nos atrape, vivimos a golpes de estímulos que no son capaces de colmar deseos, ni cumplir sueños, y mucho menos, aportar sentido... Dejamos simplemente que pasen las cosas, ¡no más! Pero necesitamos más, mucho más. Un amor gratuito e incondicional como el de Jesús de Nazaret, despierta en el fondo del ser humano, la grandeza en la debilidad, el perdón en la ofensa, el servicio frente al poder, la entrega ante el puro interés, el compromiso frente la pasividad, ... ¡Feliz Pascua!, en Jesús descubrimos que otras relaciones son posibles, más humanas, más fraternas, más universales; donde todos cuentan.
De nuestro individualismo camuflado. Como sociedad del bienestar, como autosuficiencia, como búsqueda del éxito, como obtención de mis logros,... haciéndonos olvidar, que no somos islas, que nos construimos en relación, que necesito del distinto, del diferente, que cuanto más doy de mí, más recibo... ¡Feliz Pascua de Resurrección! Pues no hay nada más pleno y que llene de sentido, que entregar la vida, cada día, por goteo, en pequeños gestos, en palabras oportunas, en actitudes que iluminen el camino de otros y construyan la fraternidad, de la que estamos tan urgidos. Es más fácil hacer daño, ¡pero no llena! Es mucho mejor, pasar por la vida haciendo el bien, une mucho más, genera buen rollo y nos hace mucho más felices.
¿Salvados? ¡Sí¡, y menos mal, solo hace falta dejarse y confiar.
Feliz Pascua! La Resurreción es el misterio de alegría que Jesús nos entrega, es el testimonio de la victoria sobre la muerte, el triunfo de la vida. Como ese caminante anónimo que fue de camino a Emaús con los apóstoles, él nos acompaña, incógnito, para recordarnos que resucitó.
ResponderEliminarGracias, así es, todo acontece en la vida cotidiana, casi sin esperarlo. Nunca caminamos solos. Gracias y Alegría
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