Mucho más importante que tener una respuesta, es acertar con la pregunta oportuna. Tengo la impresión que caminamos demasiado solos, absorbidos por nuestras tareas y preocupaciones, que a penas dejamos espacio a preguntarnos ni a que nos pregunten.
Sabemos que una pregunta es buena cuando nos resulta incómoda. Es entonces, cuando hacemos todo lo posible por obviarla, como que no va con nosotros, y punto. Pero no por eso deja de ser una pregunta vital capaz de ofrecernos algo nuevo, fresco, que nos haga levantar la cabeza y encontrar más sentido a lo que vivimos cada día. Así, queridos amigos/as, cuando nos encontremos con esas preguntas que nos remueven las entrañas, ¡calma!, démonos tiempo para ser capaces de afrontarla con sencillez y honestidad, quizá así la convirtamos en una oportunidad de crecimiento.
El atrevimiento de responder a estas preguntas nos puede ayudar descubrir que estamos vivos, que tenemos deseos profundos, que no nos conformamos con lo que hay, y que el fondo, que somos buscadores, buscadores de sentido. Aprendamos a cuestionarnos y seremos capaces de mantenernos en búsqueda, que no es poco. Gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario