viernes, 18 de febrero de 2011

PARTIRSE, REPARTIRSE, COMPARTIRSE...

Esto es un opción. Es una apuesta de vivir de tal manera la propia vida, que nos puede llevar a experientar que uno no es el centro del universo, ni siquiera de la propia existencia. Vivir la vida en clave de entrega, de entrega cotidiana, discreta y cargada de cariño puede ser una fuente de energía vital, que puede llenar la vida de sentido y felicidad.
Para quienes hemos tenido el regalo de acercarnos a la propuesta de Jesús de Nazaret, tenemos un referente más claro del camino de vivir una vida entregada en favor de quienes más nos necesitan. Partirse, re-partirse y com-partirse con quienes tenemos a nuestro lado.
Partirse supone poner en juego toda tu pontencialidad, cualidades y saber hacer en favor de los demás. Ofrecerse uno mismo, dando más importancia a los desmás que a uno mismo. Es ese gesto de generosidad discreto y sencillo que nos va descentrando, y vamos descubriendo que la mejor forma de llenarse es vaviándo primero, dándose.
Repartirse nos recuerda que necesitamos siempre de los otros, en plural. Nos invita a pensar en global, abiertos a todos  y dipuestos a ir donde más se nos necesite, con quien más nos necesite. La disponibilidad es su signo. 
Compartirse, es algo grande. Darse de igual a igual, reconociendo la dignidad del otro y acogiendo lo que el otro nos ofrece. No es una opción para solitarios aventureros, sino un camino para quienes quieren ir juntos, descubriendo en la fraternidad un signo distintivo de humanidad que desea Dios para todos. Gracias

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