En ocasiones nos podemos sentir como atascados, faltos de ideas, como que no vemos claro hacia donde tirar. Son momentos donde no podemos o no sabemos encontrar sentido a lo que nos toca vivir.

Dejarse llevar de la mano, como un niño pequeño, que tiene miedo a la oscuridad. Nos ayuda a descubrir lo irracional del miedo, y a no adelantar consecuencias, que todavía no han pasado. Es cada día, en nuestro presente, donde construimos nuestro futuro. Siempre podemos hacer algo distinto.
Dejarse llevar de la mano, como quien acepta con sencillez, los errores cometidos a una madre condescendiente. Nos permite superar la tristeza que nos bloquea, anclándonos en un pasado que no nos deja disfrutar de lo cotidiano y aprender de nuestros errores.
En Jesús de Nazaret, podemos encontrar a quien mejor despierta en nosotros esa aceptación y confianza. Y como si tuviéramos los ojos vendados, Él es quien mejor puede conducirnos a nuestro propio interior y ayudarnos a caminar con nuestros miedos y fragilidades con la certeza de sabernos seres amados esféricamente, por todas partes. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario