viernes, 1 de abril de 2011

ÉL NOS HACE BUENOS...

El amor que recibimos nos hace buenos, mejores personas. Cuando nos sentimos amados nos vemos reconocidos, valorados, apoyados, tenidos en cuenta,... Es precisamente esto, lo que nos lleva a compartir, devolver parte de lo recibimos. Va despertando en nosotros el deseo de descubrir al otro. 
Esta experiencia nos posibilita el paso de la indiferencia a la deferencia por el otro. Es esa actitud por la que pongo al otro delante de mi, haciéndome capaz, no solo de descubrir sus necesidades, sino también de dar respuesta a lo que necesita. Es toda una experiencia de des-centramiento, donde descubro a los demás como compañeros de camino con los que compartir, acompañar o curar la pequeñas heridas de cada día.
Entonces, el otro se convierte en mi prójimo, próximo en lo cotidiano, con el que voy aprendiendo lo que es la amistad, el amor, la fraternidad, el perdón, ... más allá de idiomas, religiones, fronteras.
Es precisamente en el prójimo donde tenemos la oportunidad de encontrarnos con un Dios, que nos ama como somos, haciéndome bueno, alentando lo mejor de mi, condescendiendo con mis pobrezas. 

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