jueves, 5 de mayo de 2011

HACE FALTA TESTIGOS

Nuestras obras dan testimonio de quienes somos, en que creemos, en que o quien nos apoyamos. Pero debemos reconocer, que en muchos momentos nuestras obras solo hablan de uno mismo, y solo sirven para alimentar nuestra vanagloria, ¡vamos!, que alimentamos innecesariamente nuestro narcisismo, nuestro propio ego. En el fondo, esto, lejos de generar vida y ensanchar nuestro corazón, recorta nuestra mirada al mundo, a los demás, y a uno mismo. Ofrecemos una imagen pobre y simplona de uno mismo, demasiado pendiente de la imagen y aprobación de los demás, ¿acaso nos llevará esto a una vida más feliz y con más sentido?
Cuando uno da testimonio, no de sí mismo, sino de un amor más grande que sus propias obras, hace posible atisbar en esas mismas obras, esa bondad  y generosidad, que se convierten en signo de que algo nuevo está surgiendo.
Es entonces, cuando nuestras obras, no hablan de nosotros mismos, frágiles y limitados, sino de un Amor primero, que nos sostiene y en el que creemos. El que nos ofrece Jesús de Nazaret, el Cristo. Un amor que se traduce en una amistad desinteresada y condescendiente, con uno mismo y con quienes compartimos el camino de cada día.
Gracias a quienes, sin buscarlo, son testigos, y se convierten en esa fuente inspiradora para otros, recordándonos que una vida con más plenitud, pasa necesariamente por una vida entregada a quienes más nos necesitan. Termino "robando" una frase que me inspira: "una vida que no sirve, no sirve para nada". Gracias y feliz pascua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario