
Cuando uno da testimonio, no de sí mismo, sino de un amor más grande que sus propias obras, hace posible atisbar en esas mismas obras, esa bondad y generosidad, que se convierten en signo de que algo nuevo está surgiendo.
Es entonces, cuando nuestras obras, no hablan de nosotros mismos, frágiles y limitados, sino de un Amor primero, que nos sostiene y en el que creemos. El que nos ofrece Jesús de Nazaret, el Cristo. Un amor que se traduce en una amistad desinteresada y condescendiente, con uno mismo y con quienes compartimos el camino de cada día.
Gracias a quienes, sin buscarlo, son testigos, y se convierten en esa fuente inspiradora para otros, recordándonos que una vida con más plenitud, pasa necesariamente por una vida entregada a quienes más nos necesitan. Termino "robando" una frase que me inspira: "una vida que no sirve, no sirve para nada". Gracias y feliz pascua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario