martes, 28 de junio de 2011

DE LO IRRACIONAL DEL MIEDO, AL ATREVIMIENTO DE CONFIAR

Cuando los miedos anidan en nuestro interior se zarandea toda nuestra existencia. Tienen un efecto paralizador en lo cotidiano, bloqueando, en muchas ocasiones, nuestra capacidad de respuesta ante las dificultades. 
Los miedos adelantan las consecuencias negativas, haciendo del futuro un arma arrojadiza, que nos impide actuar en nuestro presente. Pero el miedo es irracional, no existe. Solo adelanta consecuencias negativas sobre acontecimientos, que todavía no han sucedido... 
Si lo pensamos mejor, si nos concedemos tiempo, podemos caer en la cuenta, que es en lo cotidiano, en nuestro presente, donde mejor combatimos a nuestros miedos. ¿Qué nos puede ayudar a superarlos? Creo que los miedos se combaten con una fuerte dosis de compromiso con uno mismo, y con los demás. Se combaten con una entrega diaria a un proyecto que merezca la pena, y que ofrezca un horizonte.
¿Acaso no tendrán miedo lo millares de jóvenes que se suben a una patera que apenas se sostiene en alta mar?¿Qué fuerza interior hay en cada uno que les hace enfrentarse a ese miedo brutal?¿Qué compromiso asumen arriesgando sus vidas por un futuro mejor?
Abdu, Alí, Mamady, El hadji, Traore,... rostros con historias concretas y distintas. Buscadores con aciertos y errores, pero como todos, necesitados de oportunidades, de brazos extendidos, que nos recuerdan que en los peores momentos nunca estamos solos, somos acompañados por quienes quieren compartir la misma suerte que yo, con los mismos deseos que yo, y con los mismos proyectos que yo. 
Somos frágiles y limitados, no lo podemos todo, pero podemos aprender a vivir nuestro presente, a aceptar nuestros errores, y lejos de dejarnos devorar por nuestros miedos, podemos confiar en nosotros mismos y en quienes caminan junto a nosotros, pero sobretodo, en Aquél que siempre permanece, acogiendo nuestras propias limitaciones.

Doy gracias a este Dios de la vida,
por quienes se enfrentan  a sus miedos,
comprometiéndose cada día,
esforzándose por dar lo mejor de sí mismos,
superando las dificultades inesperadas, 
curándose las heridas de tantas caidas,...

Pido, Señor, por los derrotados,
por quienes sienten la tentación de rendirse,
desbordados  por la impotencia.
Susurra en su interior, "nunca estás solo",
e inspira en nosotros, esa palabra y gesto oportuno,
que alivie y sea  fuente de esperanza . Amén  

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