Reorganizando las fotos de final de curso, me he encontrado con esta foto... me he quedado prendado, y durante unos segundos me he quedado contemplándola con paz. Y me ha suscitado esta pregunta que comparto con vosotros/as. ¿De dónde sale todo lo bueno que tenemos?
En el interior de cada uno reside lo mejor, lo más puro, lo más auténtico, que puede ir desvelando esa belleza que todos tenemos.
He de reconocer, que no es evidente como en la foto. Las personas somos más complejas. Nos metemos en dinámicas que entorpecen esa fluidez y transparencia, que nos hace ser uno mismo. El poder, la competitividad, la envidia, la mentira, el rencor... bloquean lo más profundo de nuestro ser, y nos impide sacar lo mejor de uno mismo. Son dinámicas en las que en muchas ocasiones uno mismo no se ve capaz de salir sin ayuda.
¿De dónde sale todo lo bueno que tenemos? No es complicado, más bien lo veo sencillo. Simplemente de recordarnos que somos amados. Incluso en situaciones difíciles, aún sabiendo que no lo merecemos, somos seres amados. Fue la mejor lección de Jesús. Lo que ocurre es que somo duros de mollera, y nos cuesta cogerla. En este tema, parece que siempre tenemos exámenes de septiembre. Solo cuando nos dejamos querer, cuando entendemos que no se trata de merecer o no, cuando superamos lo miedos de mostrarnos tal y como somos, empieza a brotar de nosotros ese agua jovial y rica, de la que todos querrán beber.
La frescura de la tranquilidad, porque se que sé en Quién confiar.
La transparencia del perdón, porque asumo que mañana me tocará a mí.
La generosidad de la entrega, porque da sentido a una vida.
La alegría del juego, porque es necesario aprender a reírse de uno mismo...
Contempla la foto, la vida, tu vida,... y ¡déjate!, por favor, ¡déjate! querer, mojar, acompañar, iluminar, ... para que brote en cada uno la vida que se nos regala. Gracias
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