martes, 26 de julio de 2011

LA TIENDA DEL ENCUENTRO...

Como una tienda de campaña, sin mucho montaje, frágil, a la intemperie, protección la justa. Ese lugar de encuentro, cara a cara, entre Moisés y Yahvé (Ex. 33,7 -11), reaviva en mi una verdad profunda. El auténtico encuentro con Dios, el auténtico diálogo de amistad con Él, es posible desde nuestra propia fragilidad, sin máscaras ni parapetos, sin ornamentos ni rituales, sencillamente entrando en nuestra "tienda", acogiendo quienes realmente somos con nuestras grandezas y miserias, y ofreciendo nuestra rostro a Aquél, que sabemos que nos ama.
Se trata de un acto de valentía, vivir en la verdad de cada uno. Sin la necesidad de autojustificarnos ni demostrar la bondad de nuestros actos, su amor, ya nos hace buenos. Todos hemos tenido alguna vez la experiencia de compartir con alguien cuya forma de tratarnos, de mirarnos o de hablarnos, ha inspirado en nosotros un deseo de bondad en nuestras vidas. Así es Dios, se nos regala, se nos hace alcanzable en nuestra propia fragidad, desplegando ese rostro Compasivo, que ensancha nuestro interior y nos devuelve cada día esa dignidad de hijo, de hombre y mujer amados.
No hay mayor regalo que vivir cara a cara con quien sabemos que nos ama, y nos  descubre que somos seres acompañados, en las alegrías y en las tristezas, aprendiendo a vivir la vida con más sentido e intensidad. 
Solo nos queda, recordar, no olvidar, que Dios habita en lo más frágil de lo humano, en la intemperie, justo donde no nos suele gustar. Pero  Él hace posible, si nos dejamos, que crezca en nuestro interior una nueva manera de ver y acercarnos a la debilidad de un mundo, que  necesita de gestos más fraternos. Gracias, un saludo.

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