Es una pregunta sencilla. Nos puede ayudar a rastrear las motivaciones internas, no siempre conscientes, de nuestras acciones. Atrevernos a preguntarnos esto, nos puede ayudar a no vivir en el engaño, en la manipulación o sencillamente como ciegos.
¿Qué buscas con lo que haces? prestigio, poder, dinero, comodidad, ventajas, reconocimiento, herir, engañar... todo no construye las relaciones por igual, ni todo humaniza. Es necesario asumir que todo no da igual, no todo vale.
Pero también hay quienes buscan cosas diferentes, y buscan acompañar, curar heridas, escuchar, hacer justicia, apoyar, compartir, aceptar, valorar, amar o sencillamente hacer el bien. Esto nos recuerda que hay estilos que dignifican al hombre, y haga quien lo haga, eso hace reino, un mundo algo mejor. Hombres y mujeres de buen corazón que son testigos de la bondad interior que habita en el ser humano, que también son destellos de Dios.
Ahora bien, en este camino es muy importante reconocer dos cosas con las que hay que contar. En primer lugar, buscar el bien nos puede complicar la vida y colocar en situaciones incómodas y comprometidas, donde se pondrá en peligro nuestra imagen personal, y hasta nuestro propio físico. En segundo lugar, tendremos que estar atentos a otros mecanismos sutiles que buscarán desalentarnos en esa tarea de hacer cotidianamente el bien, atancando a nuestros puntos más débiles. Con el fin último de minimizar el bien que hacen otros por los demás.
Por lo demás, felices quienes se atreven a preguntarse, a buscar con intensidad el sentido de lo que hacen, porque hacen posible un mundo mejor y más habitable. Se condeden el derecho de aportar algo diferente. Gracias.
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