Muchos hemos sentido en algún momento nuestro "lado oscuro"(Voldemort), como esa incapacidad de amar, de perdonar, de deseo de revancha, incluso de venganza. En ocasiones se traduce en engaño, aprovechamiento del débil, o manipulación. Este lado oscuro nos centra en nosotros mismos, en nuestro ego y puede ir acompañado del poder de hacer sufrir a quienes están cerca de nosotros, incapacitándonos seriamente para mantener una relaciones gratuitas y constructivas. Así les presento las diferentes caras del Zaqueo que llevamos dentro. Para esto no hay edades, ni razas, ni profesión. Es una dinámica interior que nos empobrece y nos empequeñece cada día más. Quizá por eso decían del tal Zaqueo era bajo de estatura (¡No se puede tener todo en la vida!).
Pero en nuestro fuero interno necesitamos más, nuestro interior anhela más, desea más, otra cosa. Es como un grito que intuimos y que nos hace buscar, movernos en otra dirección, probar algo diferente (como subirnos a un árbol) y ver que pasa... o Quien pasa...
Una cosa tengo claro, uno solo no puede con su "lado Voldemort" (Oscuro). Es ahí cuando empezamos a experimentar la necesidad de que alguien nos salve, como cual princesa atrapada por un dragón feroz. Necesitamos vivir experiencias en la que vamos descubriendo que Tú, Jesús, nos salvas...
- Cuando alguien se acerca desinteresamente preocupado por nosotros. Sin juzgarnos, sin pedirnos el expediente, sin hacernos rendir cuentas, sin dejarse llevar por el que dirán.
- Cuando tienes la oportunidad de compartir tus miedos, dudas, y preguntas con quien sabe caminar a tu lado.
- Cuando alguien sabe pararse en tu vida, dedicándote su tiempo, compartiendo tu mesa, aliviando tus heridas. Experimentado que somos tenidos en cuenta, que importamos, que Dios no da la espalda a nadie.
En el encuentro de Jesús con Zaqueo, descubrimos la opción más radical de Dios por lo más herido del ser humano. En Dios, cabemos todos. Su amor no entiende de límites.
Hoy me siento impulsado, como cada día, a renovar esa llamada a hacerme hermano de quien menos lo espera y más necesita. ¡Ánimo y gracias!
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