domingo, 23 de octubre de 2011

UNA INYECCIÓN DE HUMANIDAD...

¿Le cuesta perdonar normalmente al otro?, ¿nota que es duro con quienes le rodean?,¿se sorprende así mismo juzgando a los demás?, ¿piensa a menudo que los demás tienen lo que se merecen?, ¿Se enfada con frecuencia cuando le cambian los planes?, ¿se molesta a menudo cuando recibe una visita inesperada?, ¿le cuesta reconocer sus propios errores?, ¿le parece una tontería que le den un abrazo?, ¿comparte la convicción de que somos lo que hacemos?, ¿cree que las normas son importantes en sí mismas, más allá de las situaciones y las personas?... 
Le informamos que si responde afirmativamente a todas estas preguntas, sufre un fuerte trastorno de legalismo que puede impedirle seriamente ser feliz, y lo que es peor aún, le impedirá hacer felices a quienes le rodean.
No se preocupe, la buena noticia es que este trastorno de legalismo tiene tratamiento, que por cierto, es muy efectivo. Lo que usted y yo necesitamos urgentemente es un inyección de humanidad. Actúa mucho más rápido que otros tratamientos, y nos posibilita ya en las primeras dosis, intuir, experimentar parte de esa felicidad que todos anhelamos en nuestro interior.
1ª Dosis. ¡Déjate amar!, porque Dios es amor. Esta dosis es la primera y vital. Pone las cosas en su sitio. Él siempre toma la iniciativa, entiende de nuevas oportunidades, de empezar de cero, de la importancia de un abrazo, de sacrificarse en favor de los débiles, de acoger las miserias ajenas... que son las tuyas y las mías...  ¿Cómo devolver tanto amor?
2ª Dosis. El ser humano es la medida del amor de Dios. "El que no ama no conoce a Dios", Amando a sus semejantes, se descubre amado. No hay otro camino. Nos tenemos que atrever a recorrer ese camino trazado con abrazos, miradas condescendientes, gestos de perdón, detalles de servicio, pequeños y no tan pequeños sacrificios,... que hacen que nuestros semejantes se descubran amados, y así despiertan a una nueva conciencia de sí mismos. ¡Es algo grande! Esta inyección es muy efectiva contra el legalismo.
3ª Dosis. Por si todavía queda algún pequeño signo de legalismo, por insignificante que sea, nos queda esta última dosis, nos menos importante. "ama como a tí mismo". Este tratamiento nos descubre una realidad básica y que nos despliega como personas. Debemos recorrer el camino de amarnos como somos, con nuestras aristas e imperfecciones, aceptando nuestros errores y aprendiendo de ellos, y descubriendo nuestras pequeñas grandezas... todo ello nos hace únicos a sus ojos, y nos posibilita mirar al mundo con otras profundidad, más allá de toda inflexibilidad y legalismo.
Necesitamos un tratamiento de humanidad, con el que Jesús ya nos advierte en el evangelio de hoy (Mt 22,34-40), que las instituciones políticas y religiosas no se suelen sentir muy cómodas. Por lo que si te acusan de ingenuo, iluso, loco o antisistema..., no te preocupes, hubo quienes antes que ti, se les mató por demostrar, que estas dosis cambian el mundo. ¡Gracias a todos ellos!

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