Antes de mi marcha a tierras chilenas y bolivianas, os agradezco la celebración de envío, vuestra presencia, unos física y otros de corazón, en todo caso cercana. Gracias por vuestras palabras generosas que dejan entrever el cariño, los proyectos compartidos, tiempos, reuniones celebraciones, campamentos, ... Tanto entrelazado. Os comparto mi oración-reflexión, que me recuerda que todos compartimos un mismo fin. ¡Gracias a todos de corazón!... Seguiremos conectados con Com-pasión.
"Gesto hermano gesto, que es amor encarnado..." decía el poema.
No lo sabéis, pero os cuento un secreto... ¡Todos somos enviados! Cada día, en tantos lugares. Incluso nos puede pasar como a Jonás, que nos envíen a donde nos queremos ir... ¡Son tantas las necesidades a las que nos enfrentamos! En casa, en la uni, en nuestras aulas, en nuestros vecindarios...
Puesto que estoy convencido que esto del envío nos toca a todos, cada día, quisiera compartir con vosotros tres convicciones que me acompañan en el camino.
1. No nos dejemos atrapar por el poder... No dejemos que nuestras tareas de cada día, en nuestras relaciones se nos cuele la sutil tentación del poder. Se le reconoce por sus efectos, genera distanciamiento, malos rollos, división, juicios, etiquetas, ... Todos, hermanos, educadores, catequistas, jóvenes, sabéis de que hablo, esto no es nuevo para nosotros.
La mejor pista nos la ofreció el Papa Francisco en el encuentro de jóvenes de Cracovia: el servicio. Huir de todo conformismo y búsqueda interesada del bien, abrir los ojos y el corazón y luchar por el bien común. Y hacerlo, caminando al lado y sin forzar la marcha (sino que se lo digan a Ainhoa, ella sabe muy bien las consecuencias de forzar la marcha).
Servir nos descentra de nosotros y nos centra en el hermano, en quien nos necesita. ¡A servir pues!, cada día, cada uno, ¡y juntos!. Donde estemos, en la uni, en casa, en nuestras aulas, nuestras comunidades.
2. Hace años cuando estuve a punto de marchar a tierras bolivianas, mi madre con su enfermedad me enseñó lo que significaba realmente la Obediencia: estar donde se te necesita. Y tuve el regalo de poder acompañar su enfermedad durante cuatro años. Toda una vida para seguir aprendiendo este arte, y en esto todos los que estamos aquí somos alumnos. Solo hay un maestro que es un tal Jesús de Nazaret. Él, que camina con nosotros, sigue ofreciéndonos sus claves: estar atentos a quienes caminan a nuestro lado, ofrecer esos gestos y palabras oportunas, que ayuden a quienes mas lo necesitan, a descubrirse amados esféricamente, por todas partes. Cada día, y donde estemos. ¿Hay misión más hermosa? ¿Acaso no estamos todos enviados a esto?
3. Tener razón no sirve de nada. ¿Cuándo discutir, negar la palabra, desconfiar o juzgar han servido para construir algo bueno? Nunca y lo sabemos. Pues no lo hagamos. Evitemos esas frases sentenciosas de "ya te lo dije", "ya te a te avisé",... En lo importante la comunión trabajada desde el diálogo, la escucha atenta, y sobretodo, el perdón. Esto es posible para quienes nos sabemos cada día amados incondicionalmente. Así podemos caminar juntos, con la humildad de quienes reconocemos que solo su AMOR lo hace posible.
Gracias por vuestra presencia, vuestro cariño y vuestra oración. Gracias al buen Padre Dios que tanto nos cuida, y que hoy como cada día nos envía a la tarea. Solo me queda antes de marchar compartir mi plegaria interior: "Jesús hijo de David, ten compasión de mi. ¡Qué vea!".
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