Adviento, tiempo de aprendizajes...
Los escépticos, de la confianza, como la del Centurión (Mt 5,8-11),
los prepotentes, de la sencillez de quien sabe acercarse sin herir,
los ricos, de quienes comparten todos los días coche, espacios, afectos, ¡hasta dinero!,
los autosuficientes, del otro, de su forma de ver, sentir la realidad, distinta, diferente, complementaria,...
Los injustos, de la misericordias de sus víctimas, son las únicas capaces de recordarles que Dios tiene otra mirada.
Quien no espera, lo nuevo, lo distinto, lo alternativo,... se dejan encasillar y se acartonan ... su desesperanza les roba un horizonte más amplio y no logran ver más allá de sus propias narices, encerrándose en una jaula de cristal,
viendo sin tocar,
y sin que les toquen..., ¡penosa vida!
Quien espera,
Se ilusiona, se prepara, se dispone a la acción, activa el deseo como esa fuerza interior, que mueve su corazón, que orienta sus esfuerzos...
Quien espera,
Comparte sus penas con los compañeros de camino, supera con ellos las decepciones, y percibe las luminarias que guían su esperanza.
Quien espera,
Lo intenta, una y otra vez, sin rendirse, dejándose acariciar por la misma esperanza, que un día la descubre regalada y por fin, alcanzada. ¡FELIZ ADVIENTO!
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