miércoles, 7 de marzo de 2012

CUESTA ARRIBA...

Hay quienes la vida se les hace cuesta arriba... Las dificultades, los cansancios y el desánimo se hacen dueños de sus vidas... No se ve el horizonte claro, ni se tienen muchos motivos para seguir adelante y mantener los esfuerzos. Es como si la vida se transformase en una pendiente interminable, ¡y encima con obstáculos!... Uno se pregunta, ¿Porqué a mí?, ¿No se podría repartir el asunto?... 
¿El azar?, ¿la casualidad?, ¿las oportunidades?... miro el mapa mundi y veo que tan solo veinte centímetros (lo que separa Madrid de Casa Blanca) marcan la diferencia. Entre tener oportunidad de estudiar o no, vivir en una familia estable o acostumbrarme a los golpes y a la calle, a desarrollarme como persona o sobrevivir... ¿Qué méritos he hecho yo para que me tocara la mejor parte de esos veinte centímetros?
Querido amigo, siento que la gente como yo, los afortunados del planeta, hemos contraído una deuda con cada uno de vosotros difícil de pagar, y de la que muchos no son, ¡y no quieren!, ser conscientes.
Solo nos queda una salida honrosa, estar dispuestos a hacer un sobre esfuerzo solidario y humanizador, que nos permita ofreceros nuestro apoyo, tiempo y afecto necesario para vuestro desarrollo como personas dignas. Es una forma cotidiana de hacer justicia e ir restituyendo el daño causado por nuestra ambición y olvido.
Es tiempo de aprender a acompañar en la dificultad, de escuchar, de apoyar, de agarrar con fuerza y sostener a quien se siente que no tiene donde enraizarse.
Es tiempo de poner en valor tanta lucha, constancia y esfuerzo de quienes legítimamente buscan rehacer sus vidas. Esfuerzos que les han permitido llegar donde están, a pesar de las heridas, con las que no hay más remedio que aprender a caminar.
Es tiempo, para quienes sienten el peso de sus vidas, de centrarse en lo positivo y reconocer todo lo bueno que les permite resistir y agudizar el ingenio.
Es tiempo de ofrecer la mano, echar un cable, de confiar aún arriesgo de equivocarnos, ... ¿qué mérito sino en ayudar a quienes no nos necesitan, o sabemos que nos lo pueden devolver? ¿Que mejor manera de reducir "nuestra deuda" que una iniciativa gratuita?
Recuerda amigo, que nunca estamos solos. Siempre hay alguien que nos recuerda que somos seres habitados... Habitados por un Amor más grande que nuestras heridas y dificultades. Un Amor capaz de hacernos levantar y reanudar la marcha.
Gracias a quienes estáis dispuestos a acompañar... y ¡gracias a ti, amigo!, por lo compartido en el viaje, por recordarme mi deuda humanizadora. ¡Es ardua la tarea!... Pero somos muchos, ¡ánimo!

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