miércoles, 11 de abril de 2012

NUESTRAS HUIDAS Y REGRESOS...

¿Qué nos hace huir, escapar, salir corriendo? Probablemente muchas cosas, quizás nuestros miedos ocultos, pero no me cabe duda que también nuestras desesperanzas... Ellas nos arrastran en dirección contraria a nuestras convicciones, a nuestros deseos más profundos o a nuestros proyectos más ilusionantes... "Nosotros pensábamos..." (Lc 24, 13-35)
Estas huidas oscurecen nuestra mirada de lo cotidiano, todo nos parece más pesado y complicado, y endurecen nuestros gestos, dificultando que nos despleguemos como personas con todo lo bueno que llevamos dentro cada uno.
¿Qué nos hace regresar? Emprendemos nuestro camino de vuelta, cuando ponemos dos claves en funcionamiento. Por un lado, cuando acogemos en nuestro camino al desconocido, y por otro, cuando compartimos nuestro pan con él. Dos actitudes que nos ayudan a tener abierto no solo nuestro corazón, sino también nuestra mirada, permitiéndonos reconocer toda la vida que se nos regala en los detalles y personas más inesperadas. Todo un ejercicio de descentramiento, que nos recuerda que solo cuando salimos de nosotros mismos, somos capaces de ver más allá de lo evidente, y acoger la Vida que se nos da. Esta dinámica es impulsora de nuestra esperanza, renovadora de nuestros deseos más profundos cada mañana, y nos impulsa día a día a retomar el camino y regresar a todo aquello que nos da la vida.
Acogiendo y compartiendo prolongamos y hacemos realidad ese proyecto de Jesús, el Resucitado, que nos hace recuperar esa esperanza, en ocasiones herida, que nos susurra al oído que no hay oscuridad que no pueda iluminarse, y que la muerte y el sufrimiento, no tienen la última palabra. ¡Feliz Pascua!

No hay comentarios:

Publicar un comentario