jueves, 12 de julio de 2012

EL POLVO DE MAGNESIO ME CONFUNDE....

Hubo en algún momento de la historia, no sé cuando realmente, donde decir que eras una "persona de palabra", significaba algo... Comprendía un universo que dignifica y daba autenticidad a la existencia de uno.
Hoy la palabra, ya está devaluada, prostituida por el engaño, los intereses, las apariencias,... Delante de unas cámaras se puede usar las palabras para mentir descaradamente sin despeinarnos... Y no pasa nada... Mañana otra cosa.
Sin embargo, seguimos necesitando esa dosis de autenticidad que mantenga vivos nuestros deseos, nuestras esperanzas, nuestras ganas de aportar algo nuevo, distinto... y que nos ayude a recuperar la confianza en uno mismo, en los demás, en el mundo, ... en Dios.
En el evangelio de hoy (Mt 10,7-15) Jesús nos ofrece una clave potente. Son nuestras acciones, nuestros gestos más humanizadores los que lograrán recuperar es confianza al ser humano. Miradas amables, tiempos ofrecidos, servicios gratuitos, presencias calladas, llamada oportuna, esfuerzos realizados, acompañamientos inesperados,... y una infinidad de gestos más cargados de bondad, que son capaces de recrear cada día, sin decir una palabra, que algo nuevo está naciendo, ¿no lo notáis?
Lejos de esa palabrería que busca convencer inútilmente, logrando solo confundir, hemos de recuperar esa pedagogía de los gestos, que es la que puede recuperar y dar autenticidad a la palabras que uno lleva en el corazón. "Gesto hermano, gesto, que es amor encarnado", ¿Acaso hay mejor manera de expresar una buena noticia? El amor no entiende de palabras, solo de gestos. Gracias

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