En ningún momento de la historia hemos estado mejor conectados como ahora. Transportes, los mass-media, la redes sociales,... un sin fin de oportunidades que nos entrelazan con el mundo... Es una gozada, no cabe duda.
¿Podemos decir que gracias a esto ha mejorado nuestra comunicación con quienes nos rodean y nos importan? ¿Acaso aquellos que nos quieren saben de lo que acontece en nuestro interior?¿Nos ha hecho más capaces de compartir nuestras emociones o sentimientos a quienes nos importan?¿Nuestros niveles de empatía con nuestros semejantes se han disparado a cotas más altas?¿Hemos solucionado los problemas de aislamiento que sufren las personas?
Decir que estamos conectados no es lo mismo que comunicarnos. Comunicarme es esa experiencia de poder expresarme con transparencia y sinceridad con el otro, donde me descubro tenido en cuenta, valorado. Es precisamente esto, lo que nos permite romper el aislamiento, el alejamiento y la soledad, que en ocasiones nos separan de nuestros seres queridos, amigos,...
A pesar de estar muy bien conectados y disponer de enormes posibilidades de comunicación, hoy más que nunca, es necesario aportar por estilo de relación que cultiven esa comunicación interpersonal que nos permita expresar sentimientos, disponer de esa intimidad donde uno se descubra valorado, querido, sin necesidad de ocultar, guardar o reservar aquello que necesita contar.
Apostemos por estilos que sean capaces en establecer lazos y abrir canales. Dispongámonos a acompañar, sin más, en el camino de la vida, aportando esa serenidad y paz tan necesaria que despierta el deseo de compartir lo del día.
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