jueves, 6 de diciembre de 2012

EN PENUMBRAS...

Todos tenemos... Forma arte de cada uno de nosotros, de nuestro yo más íntimo. No las distinguimos con claridad, pero sabemos que están. No somos capaces de ponerlas nombre, ni palabra, pero ocupan espacio en nuestro interior, en nuestro corazón. No podemos combatirlas con facilidad, pues son esquivas, inciertas, tramposas... 
Nuestras penumbras solo se dejan entrever, lo justo, para impedir sacar lo bueno de cada uno,  la novedad que nos habita, aunque incierta. Y aunque no acabemos de creérnoslo, quienes nos acompañan y caminan con nosotros, si son capaces de intuirla, incluso de adivinarla. 
¿Y si me dejo iluminar mis penumbras?... Interesante, dar paso a la luz. No cualquier luz, ¡por supuesto!, no se trata de que me deslumbren con la sabiduría de quien se cree poseedor de la verdad. Se trataría más bien de percibir el calor de Quien sabemos que todo lo ama, también mi oscuridad, y no se escandalizaría de mí. Hermoso, ¿verdad?. Así es Dios con el hombre. No lo puede remediar. En el encontramos esa mirada discreta e incondicional, que nos permite descubrirnos amados esféricamente, ¡por todas partes!.
Quien no se deja iluminar su existencia por un amor así, tiene difícil descubrir la novedad que se esconde en su interior.
Este tiempo de Adviento, es una oportunidad para dejar entrar esa luz que pueda sanar nuestras heridas ocultas y dar calor a nuestro corazón, vislumbrando toda la bondad que nos habita. No hay nada en nuestro interior que no pueda ser amado. 
Estas semanas preparatorias a la navidad son una ocasión inigualable para renovar nuestro vestuario, y vestir de la "etiqueta de Jesús": de su mirada, de su condescendencia, de su sensibilidad, de su ternura, ... Todo un traje nuevo capaz de iluminar cualquier penumbra de nuestra existencia, ¡eso sí qué es liberador!
Busquemos la luz, pues quien no se deja iluminar, tiene muy difícil descubrir la novedad que ya nos habita. Gracias.

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