Foto de Xabi Segurola |
Que fácil es hacer daño, herir, engañar, manipular, rumorear,... Cueste lo que cueste, sin medir consecuencias, buscando solo mis intereses. Esa es la puerta ancha. No tiene mérito, está al alcance de cualquiera. Me hace pensar en lo vulnerable del ser humano, y a la vez, en su gran capacidad destructora.
¿Cuál es la alternativa? "Trata a los demás como quieras que te traten a ti". Un principio, que aunque viejo, es también muy actual y está cargado de una gran dosis de humanidad. Estimula esa empatía necesaria para evitar ese sufrimiento gratuito y ese deseo de mal a nuestros semejantes. Pero quizá lo más interesante de esta empatía, es que nos posibilita renunciar a nuestros propios intereses en favor de un bien común. Esta es la puerta estrecha, otra forma de ver la vida, de tejer relaciones, de establecer lazos con el mundo que nos rodea,... Todavía estamos a tiempo. Es sencillo, pero no fácil. Basta esa dosis suficiente de humildad, que nos permita aprender de nuestros errores y devolver al mundo una mirada más reconciliada, menos ambiciosa y más liberada de todos nuestros miedos. Gracias
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