domingo, 9 de febrero de 2014

ILUMINAR SIN DESLUMBRAR

Nos encontramos todos los días en los medios, en la calle personas cuyo objetivo es deslumbrar. Despiertan deseos inalcanzables, envidias inconfesables, y más allá de la simpatía o antipatía que contagien, nos vemos atrapados, aunque sea por unos segundos (y para criticar) por ese deslumbramiento de poder, riqueza, belleza, o... Basta una entrega de premios de cine con alfombra roja, ¡por supuesto!,  o un programa de esos llamados "rosa" de máxima audiencia, para ensalivar y estimular nuestras papilas gustativas... Pero al final, nos quedamos igual que estábamos.
¿Hemos tenido la oportunidad de conocer a alguien cuya presencia haya dejado entre nosotros una huella cargada de valoración, paz, y buen rollo?  ¡Vamos!, de las que se echan de menos con facilidad, de las que suman y nunca restan. Son esas personas que sin dar la nota generan buen ambiente y logran hacer brillar a los demás, más que así mismos, sin necesidad de deslumbrar. Son esas personas que son capaces de ver más allá y aportar un estilo alternativo de vivir las relaciones cotidianas.
Cuando pienso en ellas, me viene a la memoria un tal Jesús de Nazaret, que no hizo acepción de personas, que compartió la mesa con los más olvidados y rechazados de su tiempo, buscando ese bien común deseable para todos. En Él podemos aprender a ser luz y sal, y ser para quienes caminan a nuestro lado, auténtica buena noticia.
Quizá para esta tarea sea necesario rescatar algunas actitudes básicas, que nos permitan iluminar sin deslumbrar.
1. La sencillez. No es posible sin pensar en el otro. Tener los oídos atentos y la mirada preparada para percibir las heridas de quienes nos acompañan. Sólo así, seremos capaces de ofrecer, al estilo de Jesús, esa palabra y gesto oportuno. Esta sencillez nos recuerda que los números no son importantes, que impactar no es el objetivo y que tener la razón no siempre construye las relaciones, ni cura las heridas.
2. El optimismo, que nos permite cada día ver la botella medio llena. Implica una mirada selectiva que tiende a fijarse exclusivamente en los aspectos positivos y buenos de la otra persona, de los acontecimientos que nos suceden. Ya sé que hay aspectos negativos y criticables, ¡y muchos!, que no nos gustan y nos producen rechazo. Pero, ¿Acaso centrándonos en ellos lograríamos que él fuera más feliz? Pues es ése el único objetivo que desea Dios para el hombre, que seamos felices. Y es por esa felicidad por la muchos hombres y mujeres están dispuestos a todo, haciendo de nuestro mundo un lugar un poco más habitable.
Cuando conoces a Alguien así, tu vida ya no es igual. Nos aportan una luz y un sentido, que hasta entonces no habíamos imaginado. Así pues, aprendamos a iluminar sin deslumbrar de quienes a nuestro lado, apuestan por vivir así. Gracias.

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