domingo, 1 de marzo de 2015

APRENDAMOS A SUBIR, PARA PODER BAJAR...

La vida nos aprieta. Y en ocasiones, nos enfrentamos a decisiones difíciles,en las que uno intuye lo espeso de vivir, lo difícil de tirar para delantde, sostenidos por esas convicciones que un día nos parecieron importantes... 
Es precisamente en esos momentos, cuando necesitamos aprender a subir. Necesitamos prestar atención a nuestro interior, y reconocer cuando necesitamos buscar esos espacios, que nos permitan conectar con nuestros deseos profundos, con lo que late en nuestro interior, y nos permite ver más allá de nuestros miedos y cansancios. Subir a la montaña, el paseo anónimo por la ciudad o por un parque, el silencio de un templo o de mi habitación, nos abren la puerta de la experiencia de sentirnos habitados por el amor de Dios, de percibir esa fuerza interior, que nos aporta esa serenidad que necesitábamos para renovar nuestras convicciones.
Hoy una invitación, de la mano de Jesús, a buscar esos espacios que nos permitan escuchar su Palabra, acoger sus gestos. Toda una experiencia de iluminar nuestra vida cotidiana, con el amor incondicional y la gratuidad de Dios. Son estos momentos, los que nos permitan bajar a la realidad, a lo cotidiano, a lo humano, y ofrecer lo mejor de uno mismo, aportando lo necesario para promover el bien entre quienes nos rodean. 
Dios late en el interior de cada ser humano, solo hay que dejarle espacio, para alentar e iluminar nuestras vidas. ¿Cómo sino alentar la esperanza?¿Cómo sino renovar nuestros esfuerzos?¿Cómo sino superar nuestros miedos? Somos seres habitados por un Amor, que si le dejamos espacio, hace brillar nuestra humanidad. 

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