sábado, 17 de octubre de 2015

¡MÍRAME DE OTRA MANERA!

Nos urge aprender a mirarnos de otra forma. A uno mismo, y a los demás. Hemos de recuperar esa mirada que nos permita ser más y mejor uno mismo, y a la vez, que deje espacio al otro a brillar y sacar lo mejor de sí. ¿Es posible?
Creo que es posible. Requerirá un poco de "disciplina" interior. Pero la buena noticia es que está al alcance de todos, de quien opte  y se comprometa con una mirada más humanizadora. Aquí comparto con vosotros unas pistas, que no buscan agotar el tema, solo desbrozar el camino y compartir intuiciones.
  1. Una mirada reconciliada hacia uno mismo. De quien es consciente de sus propias limitaciones y fragilidades. Esa mirada que se ha enfrentado a su lado oscuro, que entiende de heridas propias, y de las que uno mismo  ha infligido a otros. Esa mirada, que nos impulsa a aceptarnos con realismo y lucidez, que nos ayuda a aceptar las resposabilidad de nuestros actos, y sobretodo, que nos enseña a perdonarnos a nosotros mismos. Quizá no haya nada mejor que esto, para experimentar el perdón de ese Dios que nos habita, y nunca deja de apostar por el ser humano.
  2. Una mirada descentrada. No es que no tengamos derecho a mirar por lo nuestro, sino que es muy importante recordarnos que yo no soy el centro del universo. Aunque el ambiente, la publicidad nos esté constantemente estimulando una mirada hacia uno mismo y nuestras necesidades, hemos de recordar que abrirnos al otro nos hacer crecer sin medida. Estar abiertos a nuestros semejantes, al mundo que nos rodea, despierta nuestras neuronas, nos plantea preguntas, despierta nuestro deseo de respuestas, no impulsa a tener experiencias, hacer cosas por otros, que antes, ni imaginar podíamos. Una mirada descentrada, nos impulsa hacer brillar a otros, en especial a quien más vive en la oscuridad del olvido y la indiferencia. Nos permite decir  con un sencillo gesto o acción, "tu vida me importa". Y aún hoy, hay muchos que necesitan experimentar esto.
  3. Una mirada receptiva. Esa mirada quien no lo sabe todo, y ha renunciado al mito de la perfección impuesta por no sé quién. Una mirada de quien sabe de sus cojeras y heridas de guerra, de quien sabe que en muchas ocasiones necesita ayuda. Necesitamos una mirada que sepa pedir ayuda y dejarse ayudar, que sea acogedora, humilde y realista, de ese gesto o palabra oportuna. Una mirada acogedora de todo lo bueno que le rodea y se le ofrece. Una mirada que nos recuerde que nunca estamos solos, que somos seres básicamente habitados, acompañados. Así se nos regala el buen Dios. 
Tres pistas para reorientar nuestra mirada, para humanizar más nuestras relaciones y abrir nuevos caminos cada día. Un tiempo para no conformarnos con lo que hay. Una oportunidad cada día de tejer lazos de otra manera y aportar cada uno desde donde está, la uni, el trabajo, las aulas, la calle, un plus de humanidad. ¡Mírame de otra manera, por favor! Gracias y ¡ánimo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario